En defensa de la seguridad social

Con frecuencia cito la siguiente frase, una de mis favoritas: “Nada es tan bueno que no pueda ser mejor”. La recuerdo hoy para referirme a la atinada decisión

Con frecuencia cito la siguiente frase, una de mis favoritas: “Nada es tan bueno que no pueda ser mejor”. La recuerdo hoy para referirme a la atinada decisión (¡!Por fin!!) del presidente Medina de liquidar Instituto Dominicano de Seguridad Social (IDSS), y su funesta historia, experiencia que debería estimularnos a rechazar la idea estatizar el sistema de seguridad social vigente.

O la propuesta en esa dirección de darle más poder los políticos que dirigen los entes estatales que participan en modelo de gestión tripartito, y reducirlo a los otros dos participantes que son los representantes de los empresarios y los trabajadores, sectores que aportan los recursos con los que funciona el sistema.

Los promotores de la estatización no descansan. Quizás –reflexiono yo- porque les molesta no disponer a su “mejor antojo” de los cuantiosos recursos de la seguridad social; y entienden que ese dinero propiedad de los empleadores y trabajadores y no un impuesto gubernamental, debe ser controlado por el mundo político.

Estas ideas nefastas amenazan la principal conquista social lograda hasta el momento, y no han tenido éxito porque el presidente Medina ha asegurado a líderes empresariales que en su presidencia no se estatizará la seguridad social. Y la liquidación definitiva del IDSS parece un reconfirmación de su posición contraria a la estatización.

A veces pienso que a muchos políticos y burócratas estales les dan mareos cuando se divulgan informaciones sobre los cientos de miles de millones del sistema de pensiones que van a la Administradoras de Fondos de Pensiones; los miles de millones que llegan a las Administradoras de Riesgos de Salud para el Seguro Familiar de Salud, y los cientos de millones que recibe la Administradora de Riesgos Laborales.

Es penoso ver que sobran incautos con convicciones antisistema que critican la incapacidad e inclinación al dispendio que atribuyen a los políticos y burócratas del aparato estatal, pero al mismo tiempo quieren que sean estos quienes administren y decidan el uso de las cuotas que pagan empresas y trabajadores para sus pensiones y el cuidado de su salud.

La mejor descripción de lo que puede traernos la estatización la ofreció el exdirector del IDSS, César Mella, cuando afirmo que esta entidad está irreversiblemente enferma, porque fue “convertido en un antro de corrupción”, y dijo que esto había ocurrido con la complicidad del gobierno y de los representantes sindicales y patronales.

Arismendi Días, testigo de primera fila de la evolución de nuestra seguridad social planteó esta semana que el caso del IDSS y del Banco de los Trabajadores debe servirnos de “ejemplo para comprender la necesidad de exigir la despolitización de las instituciones de servicios públicos, el respeto y la conservación de los recursos humanos calificados, y la contratación de verdaderos gerentes”, renunciado a los “criterios politiqueros”. El considera que el IDSS, muestra el fracaso de “la politiquería, la corrupción y el oportunismo”.

El actual sistema está lejos de la perfección, pero supera por mucho el liquidado IDSS. No es tan bueno que no pueda ser mejor, pero sí es peor liquidar el actual modelo quitándole el poder que tiene los representantes de los que aportan los recursos, para entregarlo a los políticos y burócratas que dirigen las entidades públicas, que es estatizarlo. Si esto ocurre lloraremos como tontos lo que no defendimos firmemente. ¡Que Danilo Medina mantenga su posición! (A mis lectores: Conozco el sistema porque dirijo una empresa que asesora ADARS).

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