El olvidado hidrante

Un incendio es imprevisible, pero deben tomarse las previsiones para que cuando ocurra, los organismos responsables de combatirlo tengan disponibles los insumos y herramientas para realizar sus labores.

Un incendio es imprevisible, pero deben tomarse las previsiones para que cuando ocurra, los organismos responsables de combatirlo tengan disponibles los insumos y herramientas para realizar sus labores.

Son imprescindibles los hombres y mujeres con la misión de combatirlo, organizados en cuerpos de voluntarios o muy mal pagados en la mayoría de los municipios del país. Con pocas o muchas herramientas, siempre están decididos, pero el medio fundamental para reducir un incendio, el agua, suele escasear cada vez que se desata una emergencia como esa.

Los bomberos, por cierto, considerados quizás por primera vez en un discurso presidencial de rendición de cuentas el 27 de Febrero pasado, están en la agenda gubernamental para crearles una estructura de puestos y establecer un nuevo esquema de compensación salarial, necesitarán siempre que el agua esté al alcance para cuando sea requerida.

Pero increíblemente, los bomberos afrontan dificultades para conseguirla en el tiempo mínimo adecuado, porque escasea. O no hay en las tuberías en la mayoría de los sectores del Gran Santo Domingo, por citar la principal ciudad del país.

Es fácil observar cómo las tomas de agua para emergencia han desaparecido en una ciudad que crece sin control. Sólo en la zona colonial o sus entornos aparecen hidrantes, pero nadie garantiza que al ocurrir un incendio tengan agua.

La ciudad crece con un gran olvidado: el hidrante. Un problema que merece atención especial de las autoridades, particularmente de las municipales, a quienes compete establecer reglas para el desarrollo de nuevas urbanizaciones o torres en áreas densamente pobladas.

De todas formas, el municipio puede prever o reclamar la instalación del hidrante, pero si no existe una política coordinada con los responsables del sistema de suministro de agua, tampoco se tiene la seguridad de que la misma estará al alcance cuando ocurra un fuego.

Es la reiteración del crecimiento desordenado de una ciudad con déficit de protección en muchos aspectos.

Los municipios, junto con las autoridades que manejan el agua, más el gobierno nacional, deben hacer algo para restablecer los hidrantes y líneas de suministro seguras.

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