La construcción de una torre de 18 pisos, que alojará al hotel Moon Palace en Macao, municipio de Higüey, ha levantado un inesperado avispero entre hoteleros del Este, de una parte, y de un sector de estos con el Ministerio de Turismo.El monto de la inversión anunciada es de 600 millones de dólares, alrededor de 30 mil millones de pesos, una suma apetecible para cualquier país con las características y necesidades del nuestro, mucho más ante las urgencias que presenta Macao donde pobreza y falta de empleo marcan punteros.

Lo que la opinión pública conoce de la objeción que hace una parte de los actores turísticos del Este, hasta ahora se reduce al tema de la altura y el aspecto medioambiental. Sin embargo, expertos como el geólogo Osiris de León destacan lo favorable el suelo de la zona por estar constituido de roca caliza que resiste carga de hasta mil toneladas por metro cuadrado. Mientras que los estudios de impacto ambiental, garantizan que el proyecto no representa riegos para el medio ambiente.

El ministro de Turismo, Francisco Javier García, ha sido reiterativo al indicar que el sector de los hoteleros que rechaza la construcción de la torre, nunca objetó la obra muy a pesar de que participó de manera activa en todas las discusiones que fueran realizadas para transparentar y consensuar el importante proyecto.

De buena a primera ese grupo rechaza la anunciada inversión en Macao y a pesar de que el Ministerio de Turismo siempre estuvo abierto al dialogo, decidieron presentar un recurso por ante el Tribunal Superior Administrativo (TSA), en el que solicitan declarar la nulidad de la resolución que ellos conocen bien pero que ahora califican como “clandestina”. ¿Quién está mintiendo al respecto?

La extraña postura evidencia dos motivos fundamentales: En primer lugar, el sector disidente de los actores del turismo en el Este se resiste a ser regulado y, en cambio, quiere regularse por su propia cuenta, sin que el Estado tenga ninguna participación en la materia; en segundo lugar, sus alegatos respecto a la altura y al tema medioambiental, son una simple excusa con la que se busca evitar la presencia de otros competidores en la zona.

Naturalmente, esos propósitos son camuflados con argusias para distraer a la opinión pública, y para ello recurren a objetar la construcción alegando que provocará bajas en la rentabilidad y, al propio tiempo, que la torre rompe el concepto tradicional que ellos asumieron y desarrollan, “el modelo de éxito” o de los cuatro pisos.

Resulta que el argumento de la baja en la rentabilidad, no se fundamenta en nada objetivo ni medible, por el contrario, la rentabilidad del sector turístico ha crecido en República Dominicana de la mano con el incremento de las habitaciones hoteleras. Respecto al segundo aspecto, tampoco se basa en nada que pudiera documentarse y mucho menos probarse. Por ejemplo, el Banco Central y otras instituciones públicas y privadas suelen con frecuencia medir los niveles de satisfacción del turista que vista a República Dominicana, y resulta que en ninguna medición ha salido a relucir que los turistas que nos visitan prefieren el turismo dominicano porque sus hoteles son de cuatro pisos.

De manera que todo se reduce a que una parte de los hoteleros del Este, asumiendo que son dueños del territorio y que tienen potestad para manejarse con sus propias reglas de juego, no quieren competencia en su zona de negocios. El problema con eso es que el gobierno no se puede dar el lujo de obstruir, de frenar, la inversión privada y menos cuando precisamente en el sector turístico, tiene cifrada la meta de alcanzar que 10 millones de turistas nos visiten al año.

La torre en Macao no solo representa la inversión de 600 millones de dólares, sino que proporcionará empleos de calidad a más de cinco mil habitantes de la zona y, al propio tiempo, contempla la construcción de viviendas para sus empleados.

El país tiene que estar primero que las apetencias de algunos que, no se puede negar, si bien han hecho valiosos aportes al turismo, también cargan con el criterio de que son únicos y exclusivos en tan importan plaza. El turismo, como lo ha reiterado en varias ocasiones el ministro Francisco Javier García, es la espina dorsal de la economía y, sencillamente, con eso no se puede jugar.

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