En el mundo espiritual hay abismos como años luz de distancia entre las estrellas y la tierra, igualmente sucede entre el conocimiento humano y la verdad Divina, por tanto, lo contrario a la ignorancia no es el conocimiento sino la obediencia, porque en ella la verdad se encarna en nuestra voluntad llevándonos donde ningún conocimiento alcanzaría. El obediente a su palabra es sabio, pues la sabiduría supera en agilidad el mundo movible… Quien obedece, le llama sabio a Dios, más quien dice ser sabio y no ama es doblemente necio, no se alcanzan estrellas, aplastando corazones. Un pensamiento sabio siempre precede a una idea millonaria; igualmente un paso obediente puede ser un pequeño paso para el mundo real pero enorme en el mundo espiritual. ¡Los veloces aman a cada paso!

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