La frontera será un tema permanente en la agenda nacional. De hecho, poco se habla de esa línea que formalmente separa a los dos países que comparten la isla de Santo Domingo. En todos los países limítrofes igual se producen situaciones inevitables, toda vez que entidades jurídicas tan importantes como dos estados tratan de cuidar sus espacios interiores de todo tipo de tráfico, del crimen organizado o incluso de la habitabilidad a ambos lados.

Por eso, las naciones convienen en reconocer áreas donde la cohabitación y tráfico rutinario a ambos lados no altere la vida ni sea motivo de conflictos. Incluso, las leyes nacionales prevén algunas reglas para el movimiento transfronterizo por motivos laborales, de estudios o de intercambio social o académico.

En el caso de República Dominicana y Haití todavía los intercambios son primarios y el principal carácter que adquieren las relaciones entre los pueblos es el de la típica sobrevivencia. Precisamente, los mercados más pobres de la República Dominicana se hallan en la frontera, desde Anse a Pitres hasta Tirolí. Es desecho lo que se comercializa allí, y se vive en la más espantosa miseria.

En escenarios como esos pueden ocurrir toda suerte de actos generados por la sobrevivencia o la miseria humana, de los cuales no son ajenos quienes están llamados a salvaguardar la zona.

Garantizar la seguridad fronteriza en esas condiciones puede tornarse imposible. De modo que fácilmente podría alguien decir: se hace lo que se puede.

Mientras tanto, es importante que a la luz del hecho en que un grupo de profesionales sufrió un ataque o un intento de asalto en una franja de la frontera, las autoridades dominicanas y haitianas se hayan reunido para evitar especialmente las situaciones más enojosas.

Porque las habituales vivencias inenarrables de los laberintos fronterizos continuarán.

Satisface que las autoridades policiales y militares de Haití y República Dominicana estén en condiciones de reunirse, consultarse y discutir cómo manejar la seguridad, con sus precariedades, para tratar de garantizar una convivencia llevadera en esas empobrecidas regiones de la isla.

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