El Banco Mundial acaba de divulgar una innovación a la métrica internacional del desarrollo y del bienestar humano. Elaboró el Índice de Capital Humano (ICH), un indicador que procura medir la cantidad de capital humano, es decir, de capacidades productivas, que un niño o una niña nacida hoy tiene la esperanza de alcanzar cuando haya cumplido 18 años, dados los riesgos para la salud que enfrentará y la educación que estará a su alcance.

Desarrollo humano y capital humano

De alguna forma, el ICH se inscribe en la tradición del Índice de Desarrollo Humano (IDH), con casi tres décadas de existencia, en el sentido de que combina datos de varias dimensiones el bienestar o de logros de las personas en un solo número. Más aún, en ambos casos, las cifras de salud y educación son piezas clave.

Sin embargo, difieren tres cosas. Primero, distinto del IDH, el ICH no se refiere a toda la población, sino que concentra su atención en población infantil y adolescente a lo largo de su proceso hacia la adultez. Segundo, mientras el IDH procura medir bienestar humano, y por ello incluye el ingreso per cápita, el ICH pretender ser indicador de capacidades productivas. De allí que use se titule “capital humano”. Tercero, mientras el IDH procura dar cuenta de la situación actual de bienestar de la población de los países comparándola con la de otros, el ICH es una suerte de análisis prospectivo en el sentido de que estima lo que serían las capacidades que acumulará la población que acaba de nacer y que será adulta en el futuro dadas las condiciones actuales respecto a las que podría alcanzar bajo condiciones óptimas de salud y educación.

El Índice

El Índice de Capital Humano (ICH) combina tres dimensiones: la probabilidad de sobrevivencia de niñas y niños, los logros esperados en educación de la población escolar, y el estado de salud.

El ICH usa la tasa de mortalidad en menores de 5 años como medida de sobrevivencia infantil. Para los logros esperados en la educación combina los años promedio que se espera que logren los niños y las niñas desde los cuatro hasta los dieciocho años con la calidad de la educación medida por los resultados de las principales pruebas de aprendizajes aplicadas en los países, las cuales el Banco Mundial ha estado armonizando. Por último, para el tema de salud combina la probabilidad de la población de 15 años de sobrevivir hasta los 60 años y la desnutrición crónica (retraso en el crecimiento por falta de nutrientes) de la población de cero a cinco años.

Con estos elementos, el ICH identifica el máximo logro posible de un niño o una niña nacida hoy cuando haya cumplido 18 años teniendo las mejores condiciones de educación y salud y las mayores probabilidades de sobrevivencia, identifica eso mismo para cada uno de los países con los datos disponibles más recientes y mide la brecha entre estos dos. La interpretación del resultado del índice es el porcentaje de productividad que el recién nacido de un país determinado va a lograr, dadas las condiciones actuales, comparado con la productividad que lograría bajo las mejores condiciones posibles.

Resultados globales para la República Dominicana

Para el caso de la República Dominicana, las estimaciones se hicieron con los datos más recientes que existen, casi todos para 2015, 2016 o 2017.

En 2017, el país alcanzó un ICH de 0.49 lo que significa que dadas las condiciones actuales y lo que estamos haciendo y dejando de hacer, los niños y las niñas que nacieron en ese año alcanzarán, cuando hayan cumplido 18 años, una productividad que será un 49% de lo que pudieran ser si tuvieran educación completa y de la más alta calidad, y una buena salud. En ese resultado es notablemente menor al que se espera de un país con el ingreso per cápita que tenemos. Este hallazgo es similar al que mostraron los informes nacionales de desarrollo humano la década pasada e indica que esa realidad no ha cambiado y que seguimos desaprovechado el crecimiento no sólo en términos del bienestar material sino también de la acumulación de capital humano.

Educación, salud y género

Si el niño o la niña inicia su educación a los 4 años, las estimaciones del ICH indican que lo más probable es que a los 18 años él o ella alcancen algo más de 11 años de escolaridad. Eso significa que no terminarán la secundaria.

Los resultados en materia de calidad de la educación son los más desalentadores y al mismo tiempo apuntan hacia donde debemos dirigir los mayores esfuerzos. Están entre los más bajos del mundo. En una escala entre 300 y 625, donde 300 es el puntaje más bajo, el país sacó 350. Más aún, al combinar la cuestión de la calidad con los años de escolaridad, el resultado indica que, aunque el estudiantado pase, en promedio, 11.3 años en la escuela, sólo aprende el equivalente a 6.3 años. En otras palabras, pierde 5 de los 11 años cursados porque no aprende. Esta es una cifra verdaderamente alarmante.

En salud, una persona de 15 años tiene un 84% de probabilidad de llegar a los 60 años, y un 16% de morir en el camino. Al mismo tiempo, un 7% de las niñas y los niños sufren retardo en el crecimiento.

Como era de esperarse, el ICH en las niñas es mayor que en los niños debido a que han tenido mayores puntajes en las pruebas de aprendizaje, y porque tienen mayor probabilidad que los niños de llegar a vivir hasta los 60 años.

Progreso en el tiempo

Entre 2012 y 2017, un período de alto crecimiento, la República Dominicana mostró progresos limitados pero positivos en materia de capital humano. El ICH subió de 0.47 hasta 0.49.

La probabilidad de sobrevivir hasta los cinco años apenas bajo, y la escolaridad media casi no cambió. Sin embargo, se observó un modesto progreso en la calidad educativa y en la tasa de sobrevivencia entre 15 y 60 años, y una reducción en el retardo en el crecimiento (desnutrición infantil crónica).

Comparándonos con el mundo

¿Cómo se compara la nota que sacamos (0.49) con las del resto del mundo? Nos fue peor que el promedio de América Latina y el Caribe (0.55), que el Medio Oriente y África del Norte (0.57) y que el Sudeste de Asia y el Pacífico (0.61), y sólo mejor que África Subsahariana (0.40) y el Sur de Asia (0.46). Para América del Norte el resultado fue de 0.78, y para Europa y Asia Central 0.70.

Sacamos una nota parecida a la de los países de ingreso medio bajo (0.48) y por encima de la de los países muy pobres y de muy bajo ingreso (0.38), pero bastante por debajo de las de los países de ingreso medio alto (0.58). Los países ricos sacaron 0.74.

Los mejores resultados que obtuvo la República Dominicana fueron en el retardo en el crecimiento. Nos ubicamos en el primer cuartil (25% de países con mejores indicadores en el mundo), pero en calidad de la educación nos ubicamos en el 25% más bajo (cuarto cuartil).

En el índice global, en sobrevivencia infantil y en adultos, y en escolaridad, el país se ubicó en el segundo cuartil, es decir, entre 25% y el 50% de países con resultados más bajos.

En general, esos resultados eran esperables y reiteran una tendencia de largo plazo en el país en la que los beneficios del crecimiento se concentran y no se capitalizan en las personas.

Los resultados del ICH para la República Dominicana mandan un mensaje contundente a la sociedad en general y para las políticas públicas en particular.

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