Un humanista dominicano para la historia…
En homenaje a la memoria de Rafael Calventi Gaviño resaltamos en esta entrega de Página Retro sus inquietudes sociales, las que manifestó a lo largo de una vida, como persona que anheló ver a su patria libre e independiente de toda influencia extranjera o de algún régimen dictatorial.
Humanista, era además, arquitecto. Poseía el don de delimitar espacios creando proyectos arquitectónicos de gran belleza y armonía, lo que trató de transmitir a sus alumnos a través de la cátedra universitaria. En sus inicios, como profesional de la arquitectura, trabajó con conocidos expertos en su área, como Marcel Breuer e I.M Pei en la ciudad de Nueva York, y también con otros en oficinas de París y Roma. Por su larga trayectoria fue premiado con varias distinciones, tanto a nivel local como internacional, como lo fue el reconocimiento que recibió de la revista más importante de Brasil “Projeto”, en 1989, que en la actualidad sigue en circulación en esa nación, la cual hizo mención de su libro “Arquitectura contemporánea en República Dominicana”, destacándolo como uno de los arquitectos dominicanos más destacados de la época.
Una de sus obras más conocidas es el diseño del segundo edificio del Banco Central de la República Dominicana, que en 1972 ganó el concurso a través de una convocatoria que hizo el Gobierno de aquel entonces, del doctor Joaquín Balaguer. También tiene en su haber el diseño del Palacio de los Deportes en Santiago, en 1979, y el Monumento a la Restauración de la República en Capotillo en el año 1986. Otras obras de arquitectura de su autoría son el edificio de Seguros Palic, la Torre Libertador, la Torre Marbella, la Casa Mastrolilli, el Mercado Público de Santo Domingo, 1989; y el Conjunto Comercial Administrativo Centro Popular.
Rafael Calventi realizó estudios especializados en Italia, donde obtuvo el título de doctor y las ideas humanistas que siempre profesó lo llevaron a tomar acciones por las cuales fue apresado y expulsado del país, como fue su actitud frente al Golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963 contra el gobierno del profesor Juan Bosch. Dolido e indignado por ese hecho, hizo pública su protesta publicando en un diario nacional su descontento ante la situación y se manifestó ante la “maltratada dignidad dominicana”, a consecuencia de lo cual fue arrestado el viernes 25 de octubre de 1963 por miembros de la Policía Nacional, en la avenida Abraham Lincoln, cuando se encontraba realizando labores propias de su profesión. A raíz de ese hecho su familia interpuso una solicitud de Habeas Corpus en su favor, ya que desconocían las causas del arresto. Su madre, doña Juanita Gaviño de Calventi, quien se encontraba en Washington al momento del apresamiento, escribió una carta en un diario nacional dirigida al triunviro Emilio de los Santos expresando su disgusto, y manifestando que si su hijo había estado en algún hecho ilegal que lo sometieran a juicio.
Ocho días después del arresto, el primero de noviembre de 1963, fue deportado junto al doctor Marcio Mejía Ricart por el aeropuerto Punta de Caucedo con destino a Jamaica, sin que se le permitiera ver a sus familiares.
El 7 de noviembre de 1963, desde Kingston, escribió una carta dirigida al pueblo dominicano explicando las razones de su apresamiento, la que citamos textualmente:
“El 25 de septiembre la Dignidad Nacional fue ofendida y maltratada, aquel día cada dominicano honesto se sintió herido y burlado, aún aquellos que habiendo votado por los partidos derrotados habían ido a las urnas de buena fe confiados en el triunfo de la democracia. Yo, como parte de ese pueblo herido y sobre todo como parte de una juventud que no renuncia a su propia conciencia ni a su firme militancia democrática, me incorporé a las filas de los que denunciaban el atropello a la recién conquistada democracia”.
El arquitecto Calventi, el humanista, el profesor, el diplomático, será siempre recordado por su amor a la patria, por su contribución a ella, y por su calidad arquitectónica, que podrá apreciarse materialmente en la obras que diseñó.
