Promover la autoevaluación de los estudiantes y profesores de la carrera de Educación y desarrollar investigaciones para monitorear las debilidades y fortalezas de las universidades, son parte de las recomendaciones del rector de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, Leonardo Fabio Martínez, para mejorar la calidad de la formación docente en el país.

Según el académico, la autoevaluación permite monitorear factores como la deserción escolar y crear programas que contribuyan a la permanencia de los estudiantes.

“Es muy importante basar la toma de decisiones y el desarrollo de políticas públicas en investigaciones y estudios concretos que hagan alusión a ello, por ejemplo, nosotros hicimos seis grupos de investigación sobre los programas de licenciatura en Colombia y establecimos las brechas que hay en la formación docente, entonces ese tipo de estudios deben tomarse en cuenta a la hora de formular las directrices nacionales, para tomar decisiones de manera informada y en base a resultados”, explicó Martínez, quien se encuentra en el país invitado por el Instituto de Formación Docente Salomé Ureña (Isfodosu) para participar en una reunión de trabajo de la Red Educativa Universitaria de Conocimiento y Acción Regional (Reducar).

Prácticas en el aula

Otro de sus planteamientos tiene que ver con establecer prácticas pedagógicas de manera progresiva desde los primeros semestres para la inmersión de los futuros maestros en las aulas donde se desarrolla el aprendizaje.

También insiste en la importancia de elevar la formación de los docentes con estudios de doctorado y el intercambio académico para establecer comparaciones y buenas prácticas entre países.

Competencias del maestro de hoy

De acuerdo con el rector de la institución de educación superior pública más importante para la formación de educadores de Colombia, un docente de estos tiempos debe tener el dominio de la disciplina estudiada, así como la capacidad de conocer y diseñar currículos, planes de estudio, secuencias de enseñanza y evaluar asertivamente el aprendizaje de conceptos y procedimientos.

Asimismo, debe tener una dimensión afectiva del aprendizaje, de la formación en valores, capacidad de contextualizar su disciplina a la realidad del entorno social y cultural en que se desenvuelve, y al mismo tiempo, manejar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para favorecer una mejor interacción con los estudiantes.

Dignificar lo público

El académico considera necesario que los gobiernos se comprometan a proveer los recursos que requieren las universidades públicas, ya que garantizar una educación digna solo es posible con una financiación adecuada.

Sostiene que esto inevitablemente implica un cumplimiento de deberes por parte de todos los actores del sistema para velar que haya un respeto y cuidado por lo público.

“Cuando hablamos de dignificar lo público, es porque en ocasiones lo público se ha desdibujado en términos que pareciera ser que no es de nadie, pero lo público es de todos y todas, y por eso tenemos una gran responsabilidad en cuidar lo público, valorarlo y fortalecerlo porque representa el patrimonio de todos los ciudadanos en relación con el acceso a la educación, al conocimiento, a la cultura”, explica.

Enseñar matemáticas a través de proyectos

Una de las principales debilidades de los estudiantes dominicanos es la matemáticas, una asignatura que según Martínez, puede enseñarse a través del desarrollo de proyectos y la resolución de problemas cotidianos. “En ese caso, problemas que tengan que ver con las áreas del comercio, de la salud, del ambiente, ese tipo de estrategias más activas, y más orientadas a la resolución de problemas de la realidad puede ayudarnos a mejorar los desempeños en matemáticas”, plantea el doctor en Educación para la ciencia.

Una escuela maternal para evitar la deserción

El exrector y actual director de la Oficina de Relaciones Interinstitucionales, Adolfo Atehortúa, dijo que una de las estrategias implementadas por la universidad para evitar la deserción es la creación de una escuela maternal que acoge a los hijos de estudiantes desde los cuatro meses, los cuales quedan bajo el cuidado de un personal profesional especializado e incluye alimentación. Martínez agregó que otra de las fortalezas de la academia es su capacidad de innovación, transformación curricular y prácticas pedagógicas.

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