Leyendo los artículos de periodistas y analistas de la oposición, y observando las pancartas levantadas en marchas de protestas, cualquiera podría concluir que, el de Danilo Medina, ha sido el peor gobierno que hemos tenido los dominicanos post-dictadura de Trujillo. Niegan el progreso económico y se burlan del supuesto avance social motivados, quizás, por la supuesta falta de transparencia en la toma de decisiones públicas, su percepción de una corrupción que no cede y la creencia de que la impunidad sigue reinando.

Mientras esto sucede, la favorabilidad de Medina y su gobierno, luego de 6 años, sigue superando el 50%, un resultado poco común en la región e incompatible con la prédica de periodistas, analistas y marchistas, que sostiene que, el de Danilo, es un gobierno “más malo que el gas morao”.

Sin percibirlo, los críticos están cayendo en una fosa de la que resultaría difícil rescatarlos. Veamos. Durante los 6 años de Danilo, el PIB ha crecido anualmente en 6.2%, por encima del 4.9% de los gobiernos del período 1993-2012. El ingreso per-cápita ha subido a un ritmo anual de 5.2%, superior al 3.5% de los 20 años previos. Las ventas mensuales de los supermercados promediaban RD$6,242 millones en los 4 años previos a la llegada de Danilo al poder. En los últimos 4 de Danilo, han promediado RD$10,123 millones, 62% más.

¡Por la inflación! vocearían algunos. No. La inflación anual promedio en los 6 años de Danilo “el malo” ha sido de 3%, muy por debajo del 10% de “los buenos” gobiernos 1993-2012. El peso se ha depreciado anualmente en 4% en los tiempos de Danilo, por debajo del 7.5% anual durante los 20 años previos.
En los 6 años de Medina, se han creado 120,925 empleos por año, un 54% por encima de la creación anual promedio de empleos durante 1993-2012 (78,705). Este resultado encuentra resonancia en el aumento anual promedio de 101,035 en los cotizantes en el sistema de pensiones (régimen de capitalización individual) durante los últimos 6 años, por encima también del aumento anual promedio de 77,396 durante el período 2003-2012. El aumento de los cotizantes, unido al incremento del salario mínimo promedio de 69% entre 2013-2018 y 2003-2012, explican el porqué los aportes de empresas y trabajadores a las cuentas de capitalización individual han pasado de un promedio anual RD$12,254 millones en el período 2003-2012 a RD$30,617 en los últimos 6 años, un aumento de 150%.

A pesar del mayor crecimiento económico en los últimos 6 años, el déficit de la cuenta corriente en los tiempos de Danilo ha sido de 2% del PIB, menor al 3% de los 20 años anteriores. ¿Por qué? ¡Por los bajos precios del petróleo! Volvieron a vocear. Una vez más, incorrecto. El precio promedio del barril del petróleo durante el período 1993-2012 fue de US$44.80. En los 6 años de Medina ha promediado US$70.50, un 57% más elevado. ¿Por qué entonces? Por el boom de la llegada de turistas. Mientras en el período 1993-2012, el aumento anual promedio en la llegada de turistas fue 164,461, en los 6 años de Medina alcanza 329,295, casi el doble. Mientras el ingreso anual promedio del turismo en el período 1993-2012 fue de US$3,018 millones, en los 6 años de Medina ha sido de US$6,381 millones, más del doble. Mientras en el período de 20 años 1993-2012, las reservas de divisas aumentaron US$2,939 millones, en los 6 años de Danilo subieron en US$4,389, un ritmo de acumulación anual 5.5 veces más rápido.

¡Si, pero el déficit fiscal no ha bajado! Ripostan, sin percibir que la mayor responsabilidad la tienen los vecinos de los verdes en el arco iris: los amarillos. Es cierto, el déficit fiscal en los 6 años de Danilo ha promediado 2.8% del PIB, similar al promedio de 2.82% de los 12 años previos. ¿Por qué no ha bajado? Primero, porque la presión tributaria, a pesar de la queja de empresarios que la colocan como la principal barrera a la competitividad, en los 6 años de Medina ha promediado 13.70%, similar al 13.74% del 2001-2012.

En segundo lugar, porque mientras “los buenos” gobiernos del pasado invirtieron en educación 1.8% del PIB, “el malo” de Danilo, honrando su compromiso con los amarillos -hoy medio verdosos-, ha invertido en promedio 4.2% del PIB. Mientras en el período de 13 años del 2000-2012 se construyeron 11,871 aulas, en los 6 años de Danilo se han inaugurado y están en proceso de terminar, 23,720, el doble en la mitad del tiempo. Mientras en el 2012, el total de raciones diarias recibidas por estudiantes de escuelas y liceo, bajo el Programa de Alimentación Escolar, alcanzó 1,473,222, en el 2018 aumentó a 2,801,151, prácticamente el doble. Añádase que mientras en 1993-2012, el gasto promedio en salud pública alcanzó 1.4% del PIB, en los 6 años de Medina ha promediado 1.9%. La “maldad” de Danilo queda revelada en la gran inversión de recursos para la construcción y renovación de 109 hospitales y centros de salud durante sus 6 años de gobierno. Y en haber permitido que la cobertura del Sistema Familiar de Salud, que a agosto del 2012 era de 50.7%, en junio del 2018 haya aumentado a 74.4% de la población.

¡Es que no hay transparencia! Gritan. No es el gobierno más transparente del mundo, pero estamos avanzando. En el 2012, con 29 puntos, en la región solo superábamos a Bolivia en transparencia presupuestaria. En el 2017, según la International Budget Partnership, obtuvimos 66 puntos, superando a 13 países de la región, incluyendo a Chile, Argentina, Colombia y Costa Rica. ¿Estancados?

El mayor esfuerzo público en beneficio de la gente, en un ambiente de fuerte crecimiento económico, creación de empleos y aumento de salarios, ha creado las condiciones para que la pobreza, cuando se mida el mes próximo, acuse una baja de 18 puntos porcentuales en relación a la que Danilo recibió en septiembre del 2012, un resultado que compara muy favorablemente con el aumento de 9 puntos porcentuales en la pobreza que se registró entre el 2000 y el 2012. Mientras en el gobierno de “los buenos” ingresaron a la pobreza 1,388,336 personas, en el “desgobierno” de Medina han salido de la pobreza 1,268,639.

A la oposición, le ha resultado muy difícil erosionar la favorabilidad de Danilo. Es comprensible. El objetivo es un trabajador obsesivo. De lunes a viernes llega al Palacio a las 8:10 a.m. y se retira a su apartamento a las 8:15 p.m., luego de agotar una agenda anormal de trabajo. Como la selección del día de reposo sigue siendo tema de debate entre las ramas del cristianismo, en lo que pactan, el hombre regresa el sábado a las 9:15 a.m. y se retira a las 2:30 p.m. Y el domingo, dependiendo de la distancia de las comunidades a visitar “sorpresivamente”, sale entre 8:15 y 9:15 a.m. y libera a los funcionarios acompañantes entre la 1:30 y 2:30 p.m.

A lo anterior, tenemos que agregar su irrenunciable compromiso social. Los que conocen a Danilo saben que es un hombre con una gran sensibilidad social y una marcada vocación de servicio, especialmente, a los más pobres y a los que no pueden progresar con sus propios medios. Y es con esa combinación, trabajo incansable y sensibilidad social, que responde las críticas que le hacen. Por eso ha resultado difícil, muy difícil, bajarlo.

Pero deben ser pacientes. Ya falta poco. En menos de dos años, Medina regresará a su casa. Quien lo herede, pronto se dará cuenta que Danilo ha jodido lo que Hipólito llamó “el carguito”. Si el sustituto opta por descansar sábados y domingos, no descartemos que las decenas de miles que han recibido las 217 visitas domingueras de Danilo y los cientos de miles que trabajan directa o indirectamente como consecuencia de los 1,634 proyectos financiados, salgan a buscar a Danilo hasta debajo de las piedras. ¿Gobierno desgastado? ¿País en retroceso? Lo peor que pueden hacer los opositores es enchinchar a un “workaholic” comprometido con el progreso de su pueblo.

Posted in Edición Impresa, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas