La semana política que está muriendo hoy comenzó muy activa, especialmente en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con la reunión del comité político el lunes, donde fueron sustituidos los secretarios de organización y finanzas.

Continuó con la aprobación de la ley de partidos políticos y sugerentes declaraciones sobre el impedimento constitucional que afecta al presidente Danilo Medina para optar por la reelección.

Entraron al debate expresiones en una u otra dirección sobre esa eventualidad, siempre signada por lo previsto en el marco constitucional y la correlación de fuerzas al interior del PLD y el posicionamiento del opositor Partido Revolucionario Moderno (PRM).

De paso, el PRM perdió espacio en el minibloque opositor, ya que el arreglo con el danilismo para la ley de primarias implicó una variación en la relación original con ese agrupamiento.

La semana concluye muy agitada con la marcha de los verdes este domingo, en la continuación de su zaga contra la corrupción y la impunidad.

Un período bastante agitado en la víspera del 16 de agosto, cuando el calendario marca el segundo año de la administración de Medina, o la mitad de este período.

Se hizo evidente el poder político en manos de Medina con mayoría en los órganos del PLD y el Congreso y la vocación de su grupo de utilizarlo convenientemente. En la reunión del comité político no hubo ninguna iniciativa conciliadora, dirigida a equilibrar la balanza, toda vez que asumió las dos vacantes y se apoderó por completo de los bufetes de las cámaras legislativas.

La corriente del PLD que controla el gobierno se ha robustecido y busca endurecer sus posiciones en todos los planos. El jueves, en la inauguración de la línea 2B del Metro de Santo Domingo, el Presidente improvisó un discurso reivindicador de su obra de gobierno y llamó a defenderla.

Es como si se fuesen deslindando los campos. Queda claro que el expresidente Leonel Fernández ha perdido el control del PLD, su rol protagónico en el Congreso y pareciera empujado hacia un laberinto. No tiene más alternativa que recurrir a las bases y tratar de recuperar fuerzas. Su reto es la calle, ajustar su discurso a la realidad y mostrar su poder de convocatoria.

La política se anima.

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