En la pasada semana, el Consejo Agropecuario Centroamericano, integrado por los ministros de agricultura de los países del Sistema de Integración Centroamericana, decidió solicitar la ayuda internacional ante la aguda sequía que afecta a las plantaciones agrícolas de todos los países de Centroamérica, sequía que por estar vinculada al cambio climático merece la mayor atención de toda la región, pues en los últimos meses la escasez de lluvias en Centroamérica ha reducido la producción de alimentos, y amenaza a la seguridad alimentaria de esa vecina región que en su vertiente norte comparte con nosotros las aguas del mar Caribe.

Y es que la actual sequía que afecta a Centroamérica puede ser asociada con otras sequías locales de algunos territorios insulares del mar Caribe, tal y como la sequía que se ha experimentado en San Juan de la Maguana, donde por falta de lluvias la represa de Sabaneta llegó a estar en la cota 621 msnm, cuando su cota máxima operacional es la 644 msnm, por lo que fue necesario restringir la siembra de arroz, maíz y habichuelas; y tal y como ocurre en la Línea Noroeste, donde la agricultura y la ganadería están siendo severamente afectadas por la falta de agua.

Son muchas las veces que hemos dicho y escrito que el cambio climático es una dramática realidad que amenaza a toda la sociedad, y que ya es una obligatoriedad planificar con antelación la correcta administración del agua disponible para la población, pues cuando no hay agua disponible para acueductos y para canales de irrigación se generan disgustos colectivos de casi toda la población, ya que la misma gente que desperdicia el agua en los períodos de abundancia, es la primera gente en quejarse de la falta de agua en los períodos de escasez, olvidando que la Biblia nos enseña, a través de la interpretación que hizo José de aquellos sueños con vacas y espigas que tuvo el faraón, que es necesario guardar recursos en períodos de abundancia para disponer de ellos en períodos de escasez.

Pero, aunque es mucho lo que hablamos a través de los medios de comunicación sobre esta realidad climática que amenaza a la población, muy poca gente vinculada a los sectores de agroproducción se interesa en dar seguimiento a los cambios que experimenta el clima en nuestra particular región, y si hoy dijésemos a la población que en lo referente al fenómeno climático oscilatorio de El Niño y La Niña estamos en un período neutro, fruto de que en los últimos meses las temperaturas en la superficie del océano Pacifico han estado variando entre 0.5 grados Celsius por debajo de lo normal, y 0.5 grados Celsius por encima de lo normal, pocos pensarían en las posibilidades de que para el final de este año 2018 entremos en un período moderado de El Niño, pero que ya para el año próximo podríamos estar en un Niño intenso, lo que implicaría proyecciones de agudización de las sequías para toda nuestra región del Caribe.

Agosto, septiembre y octubre son los 3 meses de mayores probabilidades de impactos de tormentas y huracanes en la región del Caribe, y como las tormentas y los huracanes siempre vienen en compañía de extensos campos nubosos que descargan muchas lluvias, es preciso estar muy pendientes a las lluvias que deben caer en estos tres meses que tenemos por delante, y almacenar la mayor cantidad posible de agua para luego administrarla racionalmente, pues los pronósticos de lluvias son desfavorables para finales de este año 2018, y para el siguiente año 2019. Para administrar racionalmente el agua escasa es necesario iniciar campañas de educación para que toda la población aprenda a manejar de manera racional este recurso natural vital del cual depende nuestra existencia, recurso natural que siempre lo manejamos inversamente proporcional a su abundancia, ya que quienes tienen mucha agua la valoran poco y la desperdician mucho, pero quienes tienen poca agua la valoran mucho y la desperdician poco, y en una sociedad donde la mayor parte de la población entiende que el agua es gratuita por ser un regalo de Dios, podemos ver que la gente desperdicia el agua porque se baña con la ducha abierta durante media hora, pudiendo hacerlo en no más de 3 minutos; la gente lava sus platos de cocina con el grifo de agua abierto durante todo el proceso de lavado, pudiendo hacerlo con no más de un galón de agua; la gente no tiene límite de tiempo para mojar el jardín, porque sus flores no deben morir; y lo que es peor, los agricultores irrigan por inundación, pudiendo hacerlo por aspersión, o por goteo puntual como lo hacen los israelitas en medio de un desierto que les enseñó a economizar.
Comencemos a racionar el agua vital.

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