Con una tradición de observar de manera puntual lo que acontecía en la zona del mar Caribe y de representarlo en imágenes -que combinaban la sensibilidad del fotógrafo, la misión encomendaba de cubrir cierto evento y el desarrollo técnico (de cámaras, películas e imprentas/medios de reproducción)-, parecía imposible que National Geographic Magazine no diera cuenta de las transformaciones que vivía la región una vez terminada la segunda guerra y que no reflejara en los artículos de la revista las repercusiones de las confrontaciones entre los dos polos emergentes, ya que operaba como una “ventana al mundo” y, desde ella, cartografiaba e interpretaba lo que había en él. ¿Cuál es el discurso visual difundido acerca del Caribe durante los años de la llamada guerra fría? ¿ Se hizo eco de la confrontación como lo hicieron otras revistas? ¿ Cómo expresó esta situación? ¿Qué lenguaje usó? ¿Recurrió a imágenes diferentes a las que tradicionalmente había utilizado para señalar lo que había que ver en las islas del Caribe? ¿Volvió a ser visto como un área de romance y aventura? ¿Qué vieron los lectores en las fotografías que se publicaron de las diferentes islas entre 1947 y 1989? ¿Cambió la historia contada por las fotografías conforme avanzó la guerra fría? [1]

Con este artículo finalizamos este largo camino, a través de estos artículos que no le hacen toda la justicia que merece esa enjundiosa y profunda investigación escrita por la amiga historiadora mexicana Laura Muñoz, investigadora del Instituto Mora.

En la entrega anterior, nuestra investigadora demostraba cómo National Geographic jugó un papel importante en la Guerra Fría, no solo alineándose con la posición norteamericana, sino ofreciendo valiosas informaciones en materia geopolítica.

En este artículo se demuestra cómo el Caribe fue concebido de manera diferente. Con el fin de la Guerra Fría, la zona cobró un interés diferente. De ser una zona geopolíticamente importante por el control del mar Caribe, pasó a ser un atractivo centro turístico para los turistas que provienen de Europa y Estados Unidos. El Caribe insular tenía su encanto en las playas, el eterno verano, el paisaje silvestre y el mar de azul intenso. Cada isla tenía su encanto, sus secretos tan interesantes que la revista invitaba a visitarlas. El primer artículo con esta temática apareció en enero de 1947 y estuvo dedicado a Cuba, que fue identificada como el American Sugar Bowl (el tazón de azúcar de Estados Unidos). Las demás islas fueron también objeto de sendos artículos acompañados de hermosas fotografías:

De igual manera, de acuerdo con las fotografías a color, el trayecto mostrado en las cartografías que marcan las imágenes tampoco sigue la disposición de las islas en el mapa dibujado que se incluye (ni se toma en cuenta que apenas unos meses antes se había publicado uno de la región de gran tamaño y colores), pues después de mostrar el yate en Trinidad, la narración visual hace su propia travesía, comienza en Saint Kitts. Sigue por Santa Lucía, y se detiene en Granada y su ‘desierto’ con cactus gigantes, visita el puerto Garenage, donde muestra el cacao que se seca al sol y escenas del carnaval.

Las imágenes atestiguan la venta de pescado fresco o la serenata que disfrutan los turistas. En Saint Kitts se destacaba su carácter de productora de caña. Varias fotografías de Martinica recuerdan cómo eran los trajes típicos, se distinguen las playas solitarias o se acompaña la preparación de las embarcaciones que saldrán a pescar. En las islas holandesas destaca lo escarpado de Saba y la timidez de las aguas, característica que, ya se ha dicho, también identifica a las aguas de las Bahamas. Se presenta aquí por primera vez un tema que será recurrente en otras fotografías, que muestra una lancha que parece estar suspendida en el aire con efecto de transparencia del agua del mar. Ese mismo año NGS Carib Cruises the West Indies, un libro que recoge, con más fotografías, el relato de Mitchell publicado en la revista. [2]

La decisión de continuar con la nueva orientación del Caribe prosiguió en los años 50 y 60. Uno de los más importantes artículos fue dedicado a Puerto Rico. Interesante y es que hubo un cambio importante en la exposición, ya no solo se hacía una presentación de imágenes bellas, sino que hacían observaciones críticas. Por ejemplo, en el artículo dedicado a la Isla del Encanto en 1951, se afirmaba que esa isla tenías serios “problemas de crecimiento” (growing pains), indicando que vivía un momento en el que debía enfrentar retos muy importantes, producto de su ruptura con el pasado agrícola.

Unos años más tarde, en 1954, se presentó un reportaje sobre Jamaica que inicia con un recorrido por la isla. “Para describirla, utiliza el pretexto de hacer un recorrido por la isla, recurso usado por La Gorce- y al que otros autores recurrirán posteriormente. Al parecer, ese viaje lo hizo cerca de noviembre de 1953. Si así fue, probablemente su objetivo era cubrir la visita de la reina Isabel a Jamaica y otras dos en las que se alude a su coronación. Otra explicación la podría haber si nos atenemos al subtítulo del artículo. En ese caso el objetivo podría haber sido hablar del enorme yacimiento de bauxita que se había empezado a explotar.[3]

Planteaba la investigadora que entre 1960 y 1961 se publicaron dos artículos que contenían unas fotos en total, que demostraban un Caribe hermoso y misterioso. Un elemento interesante es que la revista no hizo ningún señalamiento a la situación cubana, pues en 1959 había triunfado la revolución. Las fotos mostraban atractivos caribeños, como el carnaval y caminos con historia que debían ser recorridos por los turistas.

Así como no hubo referencia alguna a la revolución cubana, tampoco lo hubo con respecto a la intervención norteamericana a la República Dominicana en 1965. Eso no era importante en el objetivo de la revista.

Lo cierto es que esa serie de artículos contribuyeron a presentar el Caribe como el destino maravilloso de playa, sol y misterio exótico.

Lamentablemente el tiempo y el espacio se agotó. Una pena que esta obra tan valiosa no esté disponible en nuestro país. Laura Muñoz demuestra erudición, paciencia y mucha capacidad de análisis al construir un discurso coherente a partir de un diálogo silencioso con las fotografías de una revista icónica en occidente. l
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[1] Laura Muñoz, Fotografía imperial, escenarios tropicales. Las representaciones del Caribe en la Revista National Geographic, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-Consejo Nacional de -Ciencia y Tecnología-El Colegio de Michoacán, 2014, pp. 253-254.
[2] Ibidem, p. 260.
[3] Ibidem, p. 264.

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