Basuras y contaminación en el malecón de SD

Las recientes lluvias torrenciales caídas sobre el Gran Santo Domingo, durante el paso del campo nuboso remanente del fenómeno meteorológico Beryl,

Las recientes lluvias torrenciales caídas sobre el Gran Santo Domingo, durante el paso del campo nuboso remanente del fenómeno meteorológico Beryl, arrastraron grandes volúmenes de desechos sólidos incorrectamente acumulados en las zonas marginales vecinas a los ríos Isabela y Ozama, desechos que se atascaron en el área norte del puente flotante ubicado sobre el caudaloso río Ozama, en el sector colonial, por lo que fue necesario abrir dicho puente para que toneladas de basuras plásticas pudieran seguir su curso hacia el cercano mar Caribe, generándose entonces un feo y desagradable espectáculo “contra ambiental”, que hacía ver el litoral de la Capital lleno de basuras plásticas que flotaban sobre el mar, y aquel engorroso espectáculo producía deseos de llorar, pues el mar Caribe se negaba a recibir las basuras, y las devolvía con un oleaje brutal, evidenciando saber lo que debe rechazar.

Afortunadamente, la rápida intervención de brigadas de la Comisión Militar y Policial del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, junto a brigadas de la Armada de la República Dominicana, y junto a brigadas de la Alcaldía del Distrito Nacional, ha permitido remover cientos de toneladas de basuras plásticas durante más de una semana de arduas labores de limpieza, no sin antes dejarnos una fea mancha y una profunda herida en nuestra bien ganada imagen internacional de país líder de los destinos turísticos de la región del Caribe y Latinoamérica, donde el liderazgo turístico lo hemos ganado promoviendo a nuestro país como un territorio insular tropical bordeado por hermosas playas, de finas y calcáreas arenas blancas, donde las 10 a 12 horas diarias de radiante y bronceante Sol tropical hacen que la temperatura ambiental sea del orden de los 26 a 30 grados Celsius sobre cero, cuando en las altas latitudes del planeta Tierra las temperaturas de invierno están en el orden de 20 y 30 grados Celsius, bajo cero.

Figuras famosas del cine, el arte y el espectáculo de Hollywood, comprometidas con una nueva lucha ambiental que busca erradicar el uso intensivo y extensivo de materiales plásticos en nuestra vida social, de inmediato se hicieron eco del odioso espectáculo “contra ambiental” que ocurría en nuestra gran Capital, famosa por ser primada de América, y subían a sus redes sociales las desagradables imágenes de nuestro mar tropical bañado por un cúmulo de basuras sin igual, y quienes estábamos allí, fotografiando, grabando y documentando todo cuanto ocurría con ese inmenso mar de basuras que ondulaban sin parar, nos negábamos a aceptar que aquello fuera fruto de nuestra realidad social marginal, pues era mejor pensar que aquello era parte de una pesadilla propia de un incómodo sueño motivado por una posición corporal extremadamente dorsal.

Pero mientras famosas figuras del arte, del cine y del espectáculo internacional se solidarizaban con nuestra tragedia ambiental circunstancial, la mayor parte de la comunidad ambiental nacional hacía mutis frente a esta terrible contaminación ambiental de nuestra hermosa franja litoral de coral, como si aquello no les preocupara ni les mortificara, y aunque estuvimos allí durante todo un día observando, evaluando, analizando y documentando la magnitud del grave problema ambiental, hasta hoy no hemos visto a nuestra proactiva y combativa comunidad ambiental sugerir una seria discusión ministerial para evaluación y solución de un problema cuya dimensión internacional hoy es mucho más preocupante de lo que en principio aparentaba ser, pues ya importantísimos medios de prensa internacional están publicando fotografías donde se muestra que una playa de Santo Domingo ha estado llena de basuras contaminantes, por lo que los turistas y las agencias de turismo pensarán erróneamente que todas nuestras playas están en igual situación, y como sabemos que ningún turista quiere ir a playas llenas de basuras afeantes y contaminantes, se requiere una rápida campaña internacional que muestre que ese pequeño ejemplo local no refleja nuestra realidad general.

Lo positivo que debemos extraer de esta negativa experiencia es que urgentemente debemos sentarnos en la mesa de planificación, para establecer cómo proceder a comprar, clasificar, industrializar, y reutilizar las basuras generadas en nuestras zonas marginales urbanas, pues la gente tira al camino o a la cañada todo aquello que entiende no tener valor comercial, pero si cada 500 metros, en ambas márgenes de los ríos Isabela y Ozama, instalamos puestos de compra de plásticos, vidrios, papeles, cartones, aluminio, cobre, plomo, hierro y desechos orgánicos, podríamos reducir en un 90% la contaminación por basuras en los principales ríos de la Capital, y en nuestro mar litoral, y de seguro que nos costaría menos que recoger cientos de toneladas de basuras devueltas por el mar, y mucho menos de lo que nos costaría la campaña internacional para restablecer el daño provocado a nuestro creciente turismo insular. Necesitamos un programa de educación ambiental que genere una verdadera conciencia ambiental nacional.

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