¿Por qué se dice que bajo el dominio de Estados Unidos Puerto Rico se ha convertido en una isla fuerte y en un centinela? Al parecer, dicha afirmación se refiere a dos ámbitos, el militar y de la infraestructura para sostener el aparato militar. Se sabe que a lo largo del año 1939 habían empezado las transformaciones para ampliar la presencia militar de Estados Unidos en la isla. Extensas porciones de su territorio habían sido limpiadas para establecer las bases de apoyo para la marina estadounidense. Sin embargo, las fotografías incluidas en el artículo se ocupan escasamente del asunto militar y privilegian temas ya abordados en los artículos anteriores. La diferencia, en todo caso, sería que la mayor parte de las imágenes fueron tomadas en San Juan y lugares aledaños.[1]

Continuamos presentado el interesante, enjundioso y profundo libro de la historiadora mexicana Laura Muñoz. En esta entrega trabajaremos el capítulo “AMERICANS IN THE CARIBBEAN. DE PARAÍSO TROPICAL A MEDIA LUNA DEFENSIVA”, en el cual se aborda el papel que jugó la revista en el Caribe en medio de la Segunda Guerra Mundial y cómo después, al calor de la Guerra Fría, un período de la historia occidental muy “caliente” y polémico, en el cual Estados Unidos llevaba la voz cantante en la defensa del mundo capitalista en contra del bloque socialista, National Geographic no dudó en brindar apoyo al coloso norteño.
Si bien la elaboración de mapas fue la principal contribución de la National Geographic Society (NSG) al esfuerzo bélico estadounidense, esta fue mucho más allá del apoyo brindado con la colección de mapas que contenían gran cantidad de información y que eran reelaborados según iba cambiando el mundo. Estos mapas fueron utilizados por oficiales del ejército para orientarse en territorio enemigo, para diseñar ataques o para escoger rutas de reconocimiento.[2]

En efecto, durante los duros años de la guerra, la revista no dudó de exponer su posición a favor de la causa de los aliados, llegando incluso a utilizar las portadas para hacer propaganda, algo muy fuera del patrón de la revista. Por ejemplo, señala la investigadora, en dos ocasiones, en julio de 1942 y en julio del año siguiente, se usó en la portada una imagen a color de la bandera de Estados Unidos y sobre todo, se incluyeron anuncios que ofrecían a la venta bonos de guerra.

Muy asertivamente la autora señala que entre 1939 y 1944 fueron publicados trece artículos dedicados a las islas donde se habían establecido bases militares de Estados Unidos (como Puerto Rico y las Islas Vírgenes), así como también en las islas británicas, a través de acuerdo con Gran Bretaña. Sin embargo, señala la autora, el único lugar que no fue objeto de un artículo fue Cuba, a pesar de que existía la base en Guantánamo, que era la más antigua. Lo cierto es que la revista destacaba la militarización creciente en la región del Caribe. Dos artículos publicados en esos años fueron muy singulares.

Uno hace referencia a la ubicación de Saba en la ruta diaria de los aviones y del patrullaje de la marina estadounidense, lo que habla de su posición estratégica, y el otro, en una nota a pie de página, aclara el estatus de Saba que la identifica como parte de las Antillas holandesas de acuerdo con la Declaración de La Habana de 1940, la que preveía también que “When island or regions in the Americas now under the posesión of non-American nations are in danger of becoming the subject of barter of territory or change of sovereignity, the Americans nations taking into account the imperative need of continental security and the desires of the inhabitants of the said island or regions, may set up a regime of provisional administration”. La presencia de Estados Unidos estaba justificada. El artículo fue publicado casi inmediatamente después de que se difundió la noticia del acuerdo celebrado por Gran Bretaña y Estados Unidos, por el cual la primera arrendaría por 99 años terrenos en sus territorios coloniales, a cambio de 50 destructores reconstruidos. Después de ese acuerdo, pequeñas instalaciones aéreas y navales se construyeron en Antigua, Bahamas, Bermudas, Jamaica, Santa Lucía y la Guyana Británica. A partir de eso, la revista también publicó artículos sobre esos territorios.[3]

Así pues, la coyuntura bélica le ofreció a la National Geographic Magazine la oportunidad de difundir no solo el conocimiento geográfico, sino y sobre todo, le permitió el acompañamiento a la empresa de dominación imperial de parte de los Estados Unidos en la región. Un elemento importante que destaca Laura en la obra, es que la colaboración no fue solo para apoyar el plano militar, sino también el proyecto económico:

“Con fotografías, pies de foto, mapas y textos contribuyó a que los estadounidenses se familiarizaran con las nuevas responsabilidades del país. Al combinar las lecturas de los textos con la fotografía, más las notas aclaratorias al pie de estas, pareciera que uno de los objetivos de estos artículos era introducir en la opinión pública la información necesaria para ubicar la región del Caribe como el área en la que se va desplegando la política defensiva de Estados Unidos.[4]
Así pues, como bien describe nuestra querida investigadora, National Geographic fue un elemento clave en el proceso de dominación y control norteamericano del Caribe en todo su proceso histórico. Comenzando con el descubrimiento de una nueva región en el siglo XIX, hasta pasar por el apoyo geográfico, bélico, económico y político. En cada una de sus coyunturas la revista estuvo al lado de su coloso.

En los artículos publicados en esta etapa se aprecia cómo se usa la geografía en el despliegue de una política defensiva. Si las islas habían cumplido un papel en el pasado, ahora, gracias a su posición estratégica, requerían importancia, al encontrar un nuevo lugar “bajo el sol del Caribe”, que estaba vinculado a su responsabilidad en el resguardo de la región. Este mensaje se subraya en varios subtítulos (entre otros el caso de Puerto Rico y las Islas Vírgenes). En medio de la gran cantidad de datos y de anécdotas que cada artículo ofrece, el lector se encuentra con la información que evidencia la importante posición estratégica de las islas y su contribución en la defensa del canal de Panamá. No obstante, en todos los artículos encontramos un espacio dedicado a seguir mostrando a las islas como lugares paradisiacos, románticos y, por lo tanto, destinos propicios para viajar a ellos en tiempo de paz, cuando el lujoso hotel Jaragua, por ejemplo, “awaits peace and travelers”, o al hojear la revista para negociar con el presente de amenaza e incertidumbre por la guerra. El Caribe se presenta siempre como un lugar seguro, donde la vida corre de manera sencilla y fácil. En ese contexto se deja saber que las islas tienen una nueva función. De esa manera, la información acerca de la labor y de la visión geopolítica del gobierno de Estados Unidos se ve atenuada con una narración que ofrece en la contraparte de un escenario de tranquilidad y disfrute que poco a poco se militariza y donde la población se va acostumbrando gradualmente a eso, o donde esa actividad militar no entra en contradicción, ni altera la vida cotidiana de los habitantes. A este efecto contribuye la gran cantidad de fotografías de gran belleza, cuando es el caso, de colores muy vividos. Con ellas, el lado pintoresco y encantador” de las islas se realza, atenuando el mensaje de las fotografías que muestran bahías, aviones, barracas y soldados que entonces no provocaban la sensación de que se está en un mundo de guerra. El relato anecdótico de la vida de las islas y las fotografías tan bellas hacen admisible la militarización a los ojos y opinión de los lectores. En ese entonces el número de suscriptores rebasaba el millón.
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[1] Laura Muñoz, Fotografía imperial, escenarios tropicales. Las representaciones del Caribe en la Revista National Geographic, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-Consejo Nacional de -Ciencia y Tecnología-El Colegio de Michoacán, 2014, p. 197.
[2] Ibidem, p. 194.
[3] Ibidem, p. 206.
[4] Ibidem, p. 248

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