Ojo a los indicadores

Las estadísticas de las dos principales maternidades del país registran, en lo que va de año, indicadores preocupantes en cuanto a partos de adolescentes. También deben provocar preocupación las cifras que dan cuenta de que los partos de adolescentes y haitianas presionan fuertemente los indicadores de mortalidad neonatal en el país.

Las estadísticas de las dos principales maternidades del país registran, en lo que va de año, indicadores preocupantes en cuanto a partos de adolescentes. También deben provocar preocupación las cifras que dan cuenta de que los partos de adolescentes y haitianas presionan fuertemente los indicadores de mortalidad neonatal en el país.

De acuerdo con estudios e investigaciones, la alta tasa de embarazo en adolescentes se ha mantenido estancada en los últimos 30 años, situación que ya no sólo constituye un problema de salud pública, sino también a nivel de desarrollo humano porque la joven que se embaraza a temprana edad, la mayoría de las veces, paraliza sus estudios, dando inicio a un futuro incierto para sí y para el fruto de su embarazo. Disminuyen las posibilidades de tener una vida mejor y tienden a perpetuar así el llamado círculo de la pobreza.

Un estudio elaborado el año pasado por el PNUD revela que sólo el 34% de las adolescentes que se convirtieron en madres llegaron a la universidad, frente al 73% de sus iguales que no se embarazaron y que sí pudieron tener acceso a estudios superiores.

Es un preámbulo para perpetuar la pobreza. El impacto negativo de esa situación puede tener ejemplo ilustrativo pero no único: el municipio Estebanía de Azua, donde el 40% de las adolescentes de 15 a 19 años ha tenido hijos. Esa provincia sureña es una de las más pobres del país.

El estudio también refleja que el 60% de las adolescentes que se embarazaron se quedaron en sus casas sin realizar ninguna actividad económica.

Los resultados deben servir para al menos analizar la política de salud pública, hasta el momento con muy poco alcance en prevención y cuyas limitadas acciones no han logrado impactar en los embarazos de adolescentes. Quizás el entorno no ha sido analizado ni tomado en cuenta, aun cuando muchas de esas adolescentes son hijas de mujeres que se convirtieron en madres a temprana edad. Hay en todo ese escenario socioeconómico una realidad y es un manifiesto desinterés hacia un capital humano con gran potencial para el desarrollo del país. Pero para lograr ese aporte, hay que ponerle especial atención y ayudar a ese núcleo poblacional. Frenar los embarazos de adolescentes puede también bajar la delincuencia juvenil y otros males asociados.

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