Tanto en la vida como en la muerte el mes de julio ha sido nefasto para el Padre de la Patria.

Pedro Santana, controversial figura histórica nacional y que desde el inicio representó el “hombre fuerte y necesario” que demandaba el momento histórico y que luego, encarnado en otros, ha “necesitado” nuestro atribulado país, siempre “por obra y gracia del destino”, realizó una “Proclama” el 28 de julio de 1844, cuando quizás aún se escuchaba el eco de febrero de aquel año glorioso, en la cual manifestó sobre Duarte lo siguiente, cito: “El espíritu de egoísmo y de ambición de un puñado de atolondrados, que por medio del más refinado maquiavelismo habían llegado a ser momentáneamente árbitros de los destinos de la República…”

Luego, afirma que “el general Duarte y sus partidarios” tienen un elaborado proyecto “tendente a sustituir en nuestro país al pabellón Dominicano”. Es decir, una especie de plan para anexar o vender la naciente república, afirmando que eran “enemigos del reposo público”.

Y continúa, dando unas pinceladas sobre su recto carácter y desinterés personal en favor de la República, argumentando que: “Vosotros me conocéis, y sabéis que no abrigo en mi pecho pasiones rastreras, y que soy incapaz de engañar a mis compañeros de armas que con tanto desinterés y patriotismo han participado conmigo en las fatigas de la guerra”.

El siguiente párrafo es una perla, Santana previó el futuro, unos veinte años antes de la Anexión a España y nos demuestra el temprano temor de los sectores liberales sobre su figura. Dice: “Compatriotas: vosotros no ignoráis las intrigas imaginadas por el cabecilla de ese partido, para hacer creer a los incautos, que yo había vendido el país a una nación estrangera, y que iba a restablecer la esclavitud entre nosotros; ¡Calumnia atroz! ¡Crimen horrendo! (…) Pero el Cielo proteje nuestra causa, y la verdad, hija del tiempo, acaba por triunfar tarde o temprano de la mentira y el error” (sic).

Continúa diciendo Santana que “El anarquista Duarte, siempre firme en su loca empresa…se presenta como el libertador de los Dominicanos (…) propaga por todos aquellos pueblos el favorito sistema de la pretendida venta del país y del restablecimiento de la esclavitud, arranca cuantiosas sumas al comercio para gastos imaginarios o inútiles (…) engaña a aquellos sencillos habitantes a fuerza de intrigas, alhagos y manejos”, y luego agrega que Duarte tenía una “desmedida y fatua ambición” logrando hacerse nombrar “tumultuaria e ilegalmente, Presidente de la República Dominicana. Só pretesto de una conspiración en favor de los Haytianos” (sic).

Más adelante, en su filípica que parece más bien dirigida hacia su misma persona, llama a Duarte “supuesto libertador”, “pretendido héroe” y le reclama con índice acusador que no estuvo la noche de febrero ni “en las gloriosos jornadas del 19 y 30 de marzo y 30 de abril”, siendo un “libertador de nueva especie” que se encontraba en esos momentos supremos “en Curazao tranquilo y seguro”.

Evidentemente, Santana tenía miedo del Padre de la Patria.

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