Evito encontrarme con Miguelito. Es honesto, sincero y trabajador, pero me agobia cuando habla: solo se refiere a su pasado, a lo que hizo o dejó de hacer, a sus hazañas y tropiezos, a sus puntos cardinales confundidos y a su mala suerte en el amor y en los negocios… Su historia la reproduce, la reproduce y la reproduce.

Un día, con aire de sicólogo, le dije: “Como eres repetitivo, deberías grabar lo que siempre recuerdas y expresas; así, cuando aparezca alguien, guardas silencio y enciendes el aparato para que se escuche todo con tu propia voz. Tendrás la ventaja de que podrás agregar o mejorar el contenido, haciéndolo menos aburrido. Ahora, en serio, libérate hermano, suelta esa carga, que es difícil caminar con tanto peso”.

Evito encontrarme con Sinforosa. Es solidaria, de alma noble y mirada inocente; pero su vida es un barco que navega en los océanos que todavía no se han formado. Se concentra solo en planes, nunca en realizaciones. Es cobarde el que huye y también el que se encierra en una cajita de confites para ver fantasías.

Un día, con aire de sicólogo, le dije: “Basta ya de dejar que el porvenir guíe tus pasos, pues no cesas de tropezar con las reales piedras del sendero. Basta ya de anunciar que mañana lo harás, que el mes que viene te inscribirás, que el próximo año cumplirás, que antes de que termine la década serás feliz, que te irá bien cuando israelitas y palestinos sean amigos entrañables… Ahora, en serio, libérate hermana, aterriza, que es difícil caminar soñando”.

Que los malos recuerdos no te atrapen ni definan tu vida; olvídalos, continúa tu camino y asúmelos como positivas experiencias. Que los buenos recuerdos te motiven a seguir adelante, evocándolos solo cuando sea necesario, para que no pierdas la orientación cegado por la nostalgia.

Que tus metas sean claras y precisas, con los ojos observando cada asunto y con tu cerebro y corazón colocándolo en su justo lugar, a sabiendas de que no todo será color de rosas. Que tus metas, además, sean razonablemente grandes, pues nadie se eleva más allá de sus pensamientos.

Si apenas hablas de lo que hiciste, es que en la actualidad no haces nada; si apenas hablas de lo que harás, es que tampoco en la actualidad haces nada. En síntesis, en ambos casos eres inútil. Eso sí, vive el presente, ese tiempo precioso que no vuelve y hazlo en paz, con dignidad, sin cobardía y cumpliendo tu deber. Es la mejor manera de tener un mejor futuro. Ojalá haya menos Miguelitos y Sinforosas, gente buena, pero sin rumbo.

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