Sin duda que se respiran otros aires por los predios de los Yanquis de Nueva York. Su entrenamiento de cara a la próxima estación marcha con pasos de esperanza para una grey que lleva años sin celebrar un cetro.

La escuadra cuenta con un núcleo talentoso, joven y con el atractivo que se necesita para ser figura con ese uniforme que tanto pesa.

Que nadie se engañe: los Yanquis son el equivalente a los Beatles en las Grandes Ligas. Esa es la monda y lironda. Por lo tanto, no todo pelotero brilla o ejecuta al nivel esperado con la famosa franela de rayas.

Aaron Judge, Giancarlo Stanton y los dominicanos Luis Severino y Gary Sánchez, entre otros, poseen la calidad para conducir a la tropa a la gran fiesta de octubre que no pudieron ir en la pasada campaña en una gran postemporada de los 27 veces campeones.
Tienen a un nuevo dirigente, en la persona de Aaron Boone, cuya misión no es sencilla, pero en estos tiempos se requieren de otras herramientas para llevar las riendas de una cueva, independientemente de que los gerentes mantienen la hegemonía del equipo y no permiten islas de poder.

Me explico: Boone se debe por completo a Brian Cashman. Ese es quien manda en el conjunto. Con un mánager de la vieja escuela o el propio Joe Girardi, por su tiempo en servicio, no siempre había consenso. Ahora, al menos eso colijo, es vertical de Cashman hacia los que siguen.

En 1996, Joe Torre asumió el mando tras el despido de Buck Showalter. Al hoy inmortal le entraron como la conga en su rueda de prensa de introducción. Lo llamaron “despistado”. Resulta que ahí comenzó una era dorada para el Bronx.

No comparo a Boone con nadie ni mucho menos.

Pero cuando hay talento se compite, cuando se compite se adquiere experiencia y la suma de todo ofrece resultados.

Pienso que su cuerpo monticular tendrá una gran responsabilidad porque sin picheo no se gana. Severino necesita reconfirmar que es un as de rotación. Las herramientas están ahí, cual maestro de mecánica.

Esperemos cómo pasan la prueba de esta campaña los “Baby Yanquis”. Pueden armar su revolución, que por cierto así se llama un tema (Revolution) de los grandes de Liverpool.

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