La oración nos despierta entre destellos en la antesala de un nuevo día y nos convoca al triunfo, a la cúspide gloriosa. Cimas doradas, destino de los corazones que no se rinden ante los obstáculos del camino. Porque cuando la vida nos pone el rostro contra el suelo, la fe nos reta a mirar al cielo. Sepamos, pues que los pasos de los hijos de Dios son pasos de victoria; cada paso de fe es una conquista, cada paso responsable es una experiencia. Por ello… quienes caminan con gracia, se abren puertas, quienes caminan con coraje conquistan, quienes caminan en obediencia se consagran, quienes caminan con determinación, avanzan, quienes caminan con disciplina, crecen, quienes caminan con fe, siempre llegan; mas quienes caminan con amor, indiscutiblemente trascienden.

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