Hace días llegó a mis manos un colorido brochure. Su título era provocativo: “¡Póngase bello y bella en Navidad!”. Lo adornaba una dama de perfil griego, de esas que nunca han saboreado un “puerco asao” ni bailado un buen “perico ripiao”. ¡Qué referencia!
El mensaje era claro: “Para usted ser bonito o bonita cuídese la piel, en especial la de la cara que está expuesta diariamente a la contaminación, el sol, la mala alimentación y el paso de los años, disminuyendo así la fabricación de fibras de colágeno que proporcionan el sostén y la resistencia a la piel, provocando flacidez; arrugas; pérdida de suavidad, piel opaca y deshidratada”.

Allí aprendí la palabra “exfoliación”, que significa eliminar las células muertas y secas de la piel, que las pobrecitas no dejan reflejar la luz. Tampoco sabía que existía el tratamiento de velo de colágeno para el rejuvenecimiento e hidratación intensiva, reponiendo el colágeno que se va perdiendo, mejorando su textura, disminuyendo arrugas faciales, manchas, marcas, acné, pliegues y depresiones de la piel”.

Hablaba de métodos modernos para lograr sus propósitos, afirmando que la tecnología brindaba herramientas en todos los campos y la belleza y la salud no se quedaban fuera de esas tendencias. Y nos motivaba a tener nuestros pies y manos impecables, cuidar nuestros peinados (qué diría mi barbero que en 5 minutos me corta el pelo), tener al día nuestro guardarropas, etc.

Y al final nos invitaba a contactar a la empresa que ofrecía esos servicios y nos daba tan esenciales consejos. En realidad, parecían excelentes profesionales del área, donde hay muchos buenos en nuestro país; pero hoy quiero expresar mi propio concepto sobre la belleza, que no es incompatible con la estética, palabra que jamás debe prevalecer en nuestros valores y gustos. Por ello en estos días de consumo, vanidades y fiestas, reflexionemos sobre la real belleza:

“La belleza sin nobleza es fealdad. La belleza sin honestidad es tierra que se agrieta con facilidad. La belleza sin talento empalaga. La belleza sin gracia es maniquí. La belleza sin humanismo es corazón sin latidos.

La belleza cosmética es humo que se va con una simple brisa. La belleza que se vende es efímera. La belleza que se compra es nube pasajera. La belleza que no inspira confianza provoca miedo.

Solo perdura y resplandece la belleza que mantiene limpia nuestra conciencia y nos motiva a actuar con responsabilidad, valorando nuestra dignidad y la del prójimo. La belleza está en la transparencia del rostro, en el fondo de lo que expresa, no en la forma, lo demás es disfraz. Y finalizo con la siguiente pregunta: ¿se considera usted bello o bella?”. ¡Feliz Navidad!

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