Mariano Rivera era amante del fútbol y lo que más lejos tenía era la gran carrera que le esperaba en las Mayores

Su ídolo era Pelé. Sus sueños estaban destinados a ser un mecánico y su modo de ingreso era en la pesca en su natal Panamá.

¡Qué sabía Mariano Rivera lo que le esperaba en las Grandes Ligas!

“Mi meta era ser un mecánico de autos”, dice Mariano. “Y de hecho lo que me gustaba era el fútbol. Quería ser como Pelé, él era la estrella”.

Nacido un 29 de noviembre de 1969 en Puerto Caimito, Panamá, el hijo de Mariano Rivera y Delia Elvira de Rivera era el joven que disfrutaba su infancia y adolescencia al máximo en La Chorrera, la zona donde se crió.

Aprendió los oficios de la casa a temprana edad porque debía cuidar de sus hermanos ya que su padre se internaba en la mar por días largos en busca del sustento familiar y le correspondía ayudar a su madre. Pero, de nuevo, ni idea de que todo eso le serviría de mucho en su carrera como profesional del béisbol. “Lo poco que sabía yo que eso me iba ayudar en lo que el Señor me tenía para mí unos años más tarde”, comenta en su entrevista para elCaribe.

Y a sus 19 años lo que menos le gustaba era lanzar, pero para eso fue que lo invitaron en un torneo provincial. “No me gustaba porque me agradaba estar envuelto en el juego. Pero yo sabía tirar la pelota, no lanzar. Y en ese partido del torneo provincial, a quien le tocaba lanzar le había ido mal y yo dije que estaba bien que lanzaba. Y lo hice bien”, dice Rivera, el líder en rescates de todos los tiempos en las Mayores con 652.

Varias semanas después, tras una prueba, firmó por 2,000 dólares con los Yanquis, donde se convirtió en el mejor cerrador que ha visto el juego, una historia que comenzó con su debut en 1995. El destino persigue a los grandes.

Dedicado a su familia y al servicio de su religión

Cinco anillos de Serie Mundial y muchos otros logros adornan su excelente prontuario, pero nada de eso se compara con su servicio al Señor. “Eso es lo primordial en mi vida. Darle todo a Dios”, dice Rivera, quien concedió la entrevista en la iglesia Refugio de Esperanza (pentescostal), en New Rochelle, Nueva York, donde su esposa, Clara, es pastora, y él ejerce labores comunitarias. “Aquí nos llegan tremendos testimonios y tratamos de acercar las personas al Señor”, dice el padre de tres hijos Mariano Rivera III, Jafet y Jaziel y devoto cristiano por más de 20 años. “Creo en que hay que devolverle al Señor algo de lo mucho que te ha dado”, añadió el panameño.

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