Las primarias como vía de participación ciudadana

Desde el año 2002, gracias a la confianza de los electores del Distrito Nacional, he tenido la responsabilidad de representarlos como su voz en la Cámara de Diputados, siendo nuevamente encomendado para ello en 2006, 2010 y 2016.

Desde el año 2002, gracias a la confianza de los electores del Distrito Nacional, he tenido la responsabilidad de representarlos como su voz en la Cámara de Diputados, siendo nuevamente encomendado para ello en 2006, 2010 y 2016. Sin embargo, esa no fue mi primera experiencia en la política electiva en busca de una curul en el Centro de los Héroes. Cuatro años antes, en 1998, luego de una trayectoria juvenil que había iniciado en 1981 desde incluso antes de poder votar, me presenté a las primarias abiertas que organizó mi Partido Reformista Social Cristiano rumbo a los comicios de ese año. Tras una intensa jornada de contacto con la ciudadanía, recibí el apoyo de 16,000 ciudadanos, lo cual me posicionó como el más votado de los pre-candidatos coloraos a Diputado por el entonces gran Santo Domingo. No obstante, fruto de la ausencia de reglas claras para la competencia interna, fui colocado en el lugar número 10 de la boleta, en el sistema de listas cerradas que en aquel momento se aplicaba, me quitó cualquier posibilidad de ser electo desde incluso antes de depositarse el primer voto en las elecciones del 16 de Mayo que fueron ganadas por el PRD en Santo Domingo y la mayor parte del país.

Nunca he olvidado aquel episodio, el cual me lleva a mantener el compromiso de promover sistemas que eviten, principalmente a los sectores sub-representados, la injusticia de ser relegados incluso cuando han logrado el respaldo ciudadano. Sigo creyendo en las primarias como método de democracia interna y además de como candidato, he participado en muchas de estas como coordinador de campaña. Pero estas han sido juzgadas por sus peores ejemplos locales, y no por el fin que están llamadas a cumplir. Fruto de las divisiones que han experimentado importantes partidos del sistema posterior a los procesos de elección de candidaturas, ha tomado fuerza una narrativa de que estas solo contribuyen a desunir y lo que hemos visto es su desaparición casi total en los últimos años.

En la actualidad, dentro del debate sobre que debe incluir la dilatada Ley de Partidos Políticos, el principal punto de discordia ha sido qué modelo de primarias utilizar. Por un lado, están quienes creen en las simultáneas y abiertas de manera obligatoria, mientras del otro lado, promueven las de padrón cerrado. Fruto de la naturaleza democrática, siempre perfectible y nunca perfecta, podríamos decir que ambos tienen razones válidas para defender su posición, y creo es la sociedad quien gana al tener, como pocas veces sucede, un debate en torno a planteamientos. En lo que creo podemos estar todos de acuerdo es en que el modelo actual vulnera los valores democráticos. Un modelo que se basa en candidaturas designadas por quienes de manera coyuntural tienen el control del aparato partidario, frecuentemente beneficiando no a quien mejor representa a la comunidad, sino en quien le cae más en gracia a dicha cúpula.

De mi parte, creo que tomando en cuenta la poca confiabilidad de los procesos de empadronamiento de los partidos, unas internas abiertas podrían servir para la confección de un registro de militantes más sincero. Es decir, de manera excepcional, una primera experiencia con primarias abiertas y conjuntas para de ahí en adelante llevarlas a cabo con los militantes. En cuanto a la simultaneidad, dado el fantasma de la injerencia en la toma de decisiones partidarias, estoy convencido de que este es un componente clave para la salud democrática. Sobre la obligatoriedad, considero esto debe ser siempre y cuando exista más de una candidatura que cumpla con los requisitos de participación, puesto que la refrendación popular cuando se trata de aspiraciones únicas, implica un gasto que podríamos ahorrarle al contribuyente.

Desde el Centro de Análisis para Políticas Públicas (CAPP) que presido, expusimos sobre los sistemas de primarias usados en Argentina, Chile y Uruguay, los países de legislación más completa en la región para esta materia. Teniendo claro que cada país tiene sus particularidades, también resulta beneficioso el examinar las experiencias de éxito y de fallos en otras partes. Lo que esperamos, es que de estos debates, podamos tener un sistema verdaderamente moderno que fortalezca la participación ciudadana en la toma de decisiones.

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