Su promotor inicial fue el arzobispo de Santo Domingo, monseñor Alejandro Nouel

La Academia Dominicana de la Lengua forma parte de las entidades que acoge la Casa de las Academias, antigua residencia del presidente Ulises Heureaux.

Esta entidad, que en el mes de octubre arribará a sus 90 años, es la guardiana del buen uso de la lengua de Cervantes y del fomento de la literatura entre los dominicanos, una labor que ha asumido un grupo de intelectuales, preocupados por el arte de escribir.

Se fundó el día 12 de octubre de 1927. Su promotor inicial fue el arzobispo de Santo Domingo, monseñor Alejandro Nouel, quien fue su primer presidente y por lo tanto fue quien convocó a los primeros integrantes de la entidad.

Originalmente estaba integrada por 12 personas, pero luego se elevó el número a 18 miembros. Hay dos categorías, miembros de número y miembros correspondientes.

Actualmente está conformada por 28 miembros de número y 32 miembros correspondientes. Dentro de los miembros de número existe una junta directiva que está integrada por siete personas. La junta está encabezada por el director, subdirector, secretario, tesorero, bibliotecario y dos vocales.

El proceso de inclusión en la academia es en función de una propuesta que un académico sugiera.

Es decir, que para que ingrese un nuevo miembro en la academia, debe ser propuesto por un académico con el respaldo de otros tres académicos.

Se somete a votación y si alcanza los votos necesarios se convierte en miembro.“Pero no es que una persona llega y solicite su inclusión”, explica Rosario. Conforme a lo expresado por el director de la entidad, para evaluar el lenguaje que se utiliza a través de los medios de comunicación y en sentido general en el país hay que tener en cuenta la consideración de la realidad social, la lingüística enseña que hay que aprender a citar y considerar como válida la forma como habla una comunidad, no importa que sea correcta o incorrecta.

“Ahora, la academia se acoge y le da cumplimiento a lo que establece la normativa del lenguaje, a través de los códigos de la lengua como son el diccionario, la gramática y la ortografía.
Debemos ajustar nuestra expresión al buen decir y eso tiene una normativa”. Desde el punto de vista académico, explica Rosario, “postulamos un lenguaje correcto, adecuado, hermoso si es posible. En esa dualidad, por un lado la norma que pauta la academia y por el otro lado la realidad socio-lingüística, que es deficiente.

Tenemos pues, un trabajo que hacer, que es promover una inquietud por la lengua, sembrar una conciencia del lenguaje.
Esto lo podemos hacer, realizando actividades tendentes a crear conciencia y crear conocimiento en los usuarios de la lengua”.

En la academia son realizados coloquios de lengua y de literatura, conferencias, seminarios sobre redacción y ortografía, talleres, tertulias tanto lingüísticas como literarias, presentación de libros, realización de simposios.

Unas actividades están vinculadas a la lengua y otras que están vinculadas con la literatura.

La academia cuenta con la oficina del director, el antedespacho, el salón de biblioteca, un salón de actos y el área común, el jardín y los pasillos.

A las actividades asiste un público fijo de personas interesadas por las actividades de la institución y se van integrando otras en función de su participación.

Para ser miembro

Para pertenecer a la Academia Dominicana de la Lengua, la persona debe ser un intelectual, en especial con una obra lingüística o literaria, debe ser una persona que haya dado demostraciones de su preocupación por la lengua, que ama su lengua y la cultiva.

Desde luego esa persona también debe contar con solvencia moral e intelectual. Hasta la fecha la academia ha tenido siete presidentes.

Cada periodo dura tres años, pero es permitida la reelección.
En este sentido Rosario explica que “si el presidente realiza un buen trabajo lo siguen reeligiendo, casi mientras vive”. La Junta Directiva es elegida por la totalidad de los miembros.

La academia recibe apoyo del Ministerio de Cultura. Laboran ocho personas. La junta directiva se reúne una vez al mes y la totalidad de los miembros una vez al mes. Los salones son cedidos a entidades que realizan actividades relacionadas con la literatura y la cultura.

Anteriormente no tenía local. Funcionaba en la casa del director o de otro miembro o en el local de otra entidad. Incluso en el Ateneo Dominicano.

Fue fundado en el Arzobispado de Santo Domingo.

Bruno Rosario Candelier

Lleva 15 años al frente de la entidad. Asumió la dirección desde el año 2002. Valora su experiencia como positiva.
“He activado la academia, la he abierto a la sociedad. Realizamos muchas actividades. Hemos realizado un trabajo a lo interno de la institución en relación con la Real Academia de la Lengua Española”.

Explica que la institución es correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española y realiza un trabajo compartido con las demás academias.

Rosario Candelier explica que vía electrónica la Real Academia les envía un conjunto de palabras que serán incluidas en el diccionario, “nos las envían para que nosotros las sancionemos y digamos si estamos de acuerdo con la definición o si queremos añadir algún elemento, tanto en el contenido como en la forma. En fin para realizarle cualquier observación”.

De igual manera la entidad propone algunos vocablos a la Real Academia de la Lengua. Durante su gestión fueron incluidas palabras como “Chín”, “Aguaje”, “Areíto”, “Bachata”, “Bonche”, “Changüí”, “Ciguapa”, “Conuco”, “Gancho”, entre otras.

Local
Funcionaba en la casa del director o de otro miembro o en el local de otra entidad. Incluso en el Ateneo Dominicano”

Espacio
Cuenta con la oficina del director, el antedespacho, el salón de biblioteca, un salón de actos y el área común, el jardín y los pasillos”

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