Balones de ensayo

Los seres humanos, sobre todo si están en una posición de mando, intentan siempre llegar hasta el límite de lo que perciben que los demás están dispuestos a tolerar; por eso, continuamente y sin que siquiera nos demos cuenta las autoridades nos someten a pruebas, intentando pasar o pasando determinadas acciones, lo que les hace medir hasta donde llega la capacidad de elasticidad ciudadana para aceptar algunas decisiones.

Los seres humanos, sobre todo si están en una posición de mando, intentan siempre llegar hasta el límite de lo que perciben que los demás están dispuestos a tolerar; por eso, continuamente y sin que siquiera nos demos cuenta las autoridades nos someten a pruebas, intentando pasar o pasando determinadas acciones, lo que les hace medir hasta donde llega la capacidad de elasticidad ciudadana para aceptar algunas decisiones.

En un Estado carente de contrapesos no solo por el control efectivo actual por parte del partido oficial del poder legislativo, y en gran medida del judicial, sino por el incipiente desarrollo del concepto mismo de la separación de poderes, que aunque es un principio fundamental de nuestro sistema político, está inscrito en nuestra Constitución pero no así en el ADN de nuestro pueblo, el equilibrio tiene que ser logrado por la propia participación ciudadana.

Es común escuchar a la gente quejarse de que la oposición es débil o que no tiene la capacidad requerida para frenar las acciones del gobierno, sin embargo pocos se dan cuenta de que el principal problema no radica ahí, sino en la casi natural actitud de tolerancia ciudadana frente a cualquier acción de la autoridad; lo que hace que esperemos que el milagro lo produzca otro cuando debemos producirlo todos.

Las autoridades siempre buscan los escenarios que les sean más convenientes, y solo por una muy fuerte presión los abandonarían. Por eso, la contrarreforma que se produjo en el 2003 en el sector eléctrico fue continuada y ampliada por los gobiernos del PLD y seguirá bochornosamente luego de casi tres años de discusión de un pacto para la supuesta reforma de dicho sector, a menos que las autoridades sientan un firme rechazo o un decidido convencimiento.

Nos quejamos reiteradamente de lo poco que reciben los contribuyentes a cambio de los impuestos que pagan, por la mala calidad del gasto, la corrupción y los excesos; sin embargo, a pesar de ello, nuestros recientes gobiernos han logrado aprobar continuas reformas tributarias para imponer más cargas, aumentando la brecha entre los que pagan y los que no, precisamente porque saben jugar no solo con la inusitada tolerancia ciudadana sino con crear las condiciones para justificar sus pretensiones, generando muchas veces mitos como el de la carga tributaria que significa para el Estado las exenciones, las que aunque venden como beneficios de sectores productivos, en su mayor porcentaje son en beneficio de todos los ciudadanos por aspectos que los gobiernos prefieren no gravar por temor al costo político.

Pero también sucede que no solo nos conformamos, sino que nos acomodamos o nos hacemos partícipes de algunas cosas a pesar de que sepamos que no están bien, por aquello de que son parte del “modus operandi” o se tiene la doble moral de querer que cese determinada mala práctica, pero muchas veces somos los primeros en ser partícipes de la misma.

Debemos comprender que la única vía para generar transformaciones es no conformarse con el estado de las cosas y perseverar en tratar de cambiarlo, aunque la respuesta que se obtenga sea siempre la misma, puesto que solo a fuerza de muchas repeticiones se obtendrá una distinta.

Luchemos contra esos gigantes que vemos como imbatibles y nos impiden alcanzar el país que queremos, pues lejos de lo que pensamos no son ni los políticos, ni las autoridades, sino que son la conformidad y el temor que nos llevan no solo a aceptar lo que no queremos, sino a llegar a creernos que somos incapaces de evitarlo.

Ojalá comprendamos esto para que no sigan jugando a tirarnos continuamente balones de ensayo para poner a prueba nuestra tolerancia y no lleguemos a indeseadas situaciones extremas en las que simplemente de tanto halar el elástico este se rompa.

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