La industria cinematográfica dominicana se nutre del talento
que da sus primeros pasos

El cine es una puerta abierta al talento, las oportunidades y al crecimiento de quienes eligen esta rama del arte para desarrollarse, y que, pese a que la camada actual carga constantemente con el peso de señalamientos que aseguran que “siempre son las mismas caras”, ha ido dando paso a otras figuras con producciones que se han hecho sentir a nivel nacional e internacionalmente.

En más de una ocasión, han sido niños y adolescentes los que han encabezado largometrajes que ponen en alto el nombre de la industria del séptimo arte nacional con interpretaciones que refuerzan el filme.

Ejemplo de esto son algunos como Sony Kelly, quien en el 2016 dio vida a un joven cuya madre falleció y su padre lo abandonó en la cinta de Bladimir Abud, A orillas del mar; o Joselito de la Cruz, el niño que se convirtió en “Jeffrey” para, bajo la dirección de Yanillys Pérez, dar vida a un limpiavidrios que la cineasta encontró en una calle de Santo Domingo, y que al igual que su personaje sueña con convertirse en artista urbano.

Tanto Abud como Pérez pusieron al frente de sus proyectos caras que no son conocidas ni elegidas por casting, fuera del procedimiento tradicional, lo que hace recordar grandes producciones como Slumdog Millionaire (¿Quién quiere ser millonario?, en Latinoamérica), la historia indio-británica del 2008, ganadora de ocho Premios Óscar, cuatro Globos de Oro, siete Bafta y un Goya, entre otros.

Ambas cintas han sido reconocidas. A orillas del mar se alzó como Mejor película y Director del año 2017 en los Premios Soberano, y Jeffrey (2017), mejor película en la sección Discovery en Toronto (TIFF) “Discovery Filmmaker dropbox awards”, Mejor película film Slam en “Cleveland International Film Festival” y mención de honor en New York Havana Film Festival.

Así como Kelly y De la Cruz, son muchos los niños y jóvenes que complementan diferentes cintas, no necesariamente dirigidas a toda la familia. Este año, vimos pasar también por la pantalla grande al menor de 10 años, Erick Vásquez, quien se convirtió en el hijo de Nashla Bogaert en Reinbou; y a Akuarela Mercedes en ¡Y…a Dios que me Perdone!, una cinta que Ángel Muñiz prefirió proyectar a través de la plataforma gratuita online YouTube.

Cabe destacar que dichos noveles actores han afianzado su participación en el cine fuera de la comedia, adaptando interpretaciones más serias, y hasta conmovedoras, en dramas y otros géneros. Por ejemplo, en Primero de enero (2014), con guión y dirección de Erika Bagnarello, estuvieron Wilfredo Read Román y Víctor José Pintor; Leury Brand en Del color de la noche (2015), y Carlos Báez en Girasol (2016), filmes biográficos de José Francisco Peña Gómez y Víctor Méndez Capellán, respectivamente.

La industria cinematográfica dominicana ha visto llegar para quedarse a otros como Paula Ferry, ganadora del Premio Soberano a Mejor Actriz 2015, por su interpretación en Código Paz. Ha participado en filmes como María Montez, Primero de Enero, y recientemente en El hombre que cuida, pero inició en el teatro a los cinco años de edad.

En la comedia, Chelsy Bautista participó en la trilogía Lotoman, y próximamente en Colao, y Javier Santana en cintas como Los fabulosos ma’ mejores, Súper Papá y El Rey de Najayo, entre otros. Mientras que en el plano internacional, de raíces dominicanas, Jaden Michael gana notoriedad a sus 13 años, luego de la cinta Custody, junto a la ganadora del Óscar, Viola Davis, y ahora promociona Wonderstruck al lado de Julianne Moore y Michelle Williams.

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