Correo de los lectores

La adicciónSeñor director. Cuando se habla de adicción, casi siempre pensamos ante todo en las drogas, y no es para menos, han minado la vida de nuestros jóvenes y adolescentes y han derrumbado las bases de una sociedad…

La adicción

Señor director. Cuando se habla de adicción, casi siempre pensamos ante todo en las drogas, y no es para menos, han minado la vida de nuestros jóvenes y adolescentes y han derrumbado las bases de una sociedad de valores, armonía y respeto, por lo rápido que se han propagado y lo mucho que se ha expandido su uso en todas los estratos sociales. Lamentablemente son muchas las vidas que han cobrado.

Pero más allá de eso, la adicción, abarca muchas áreas diferentes de la cotidianidad, además de los conocidos vicios mundanos del alcohol, el tabaco, la compra compulsiva de vestimenta y sus accesorios, etc., está también relacionada con otras formas de desgastes mentales, como la falta de autenticidad, la debilidad de pensamiento propio, la falta de criterio y de identidad personal que nos convierte en adictos de celebridades del momento y de algunos personajes en particular.

Muchas personas son adictas y lo ignoran, creen que porque no son alcohólicas, ni fuman o consumen sustancias dañinas, no puedan ser consideradas como tal, pero exhiben un comportamiento adictivo. Existen muchos adictos o fanáticos dependientes a sociedades y culturas enfermizas, a posturas extremas y seguir líderes sin importar si son de fiar o no, a seguir a ciegas criterios, dogmas y toda clase de doctrinas o adoctrinamiento sin siquiera preguntarse de qué va todo eso, y por qué razón son tan fieles a alguien que ni siquiera conocen bien en su interioridad, solo de manera muy superficial. Este es un peligroso tipo de adicción que no se trata clínicamente por no considerarse una patología como tal, pero su codependencia es altamente enfermiza.

Este tipo de adictos generalmente se ciegan y se bloquean, son capaces de matar o hasta matarse por la adicción a esa persona o entidad. Automáticamente entran en un estado de dopaje que los hace perder el control de sus pensamientos y acciones, actúan como títeres bajo el influjo de su droga favorita. Podemos admirar pero no idolatrar, es perjudicial hacerlo. No es lo mismo admirar a alguien y darle su justo y merecido reconocimiento cuando lo amerite, que rendirle pleitesía eternamente, en todo momento y lugar y endiosarlo constantemente, por muy inofensivo que parezca, perdemos nuestra verdadera identidad para convertirnos en su sombra, todo respira, gira y vibra apegado a esa obsesiva y enfermiza dependencia.

Si vemos con atención en diferentes ámbitos de la sociedad mundial, notaremos que este fenómeno adictivo se propaga como plaga por el mundo, ya que estamos en la era del vacío existencial, que se hace eco de lo primero que llegue con fines de instalarse y tratar de convencer. Cuando se carece de criterios y perspectivas propias, cualquier ideología o basura ideológica se aloja en la cabeza, se recuesta y acomoda, echa raíces y corroe las entrañas mentales. Hay que tener mucho cuidado para no caer en este tipo de adicción, es difícil desprenderse de ella una vez nos ha invadido, ya que al igual que todas, cada vez demanda más e inhibe la razón.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Ciudadana

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