El Progreso no tiene quien le escriba

No importa la nacionalidad del que encienda la televisión para ver las noticias, sintonice la radio para escuchar los miles de comentarios que transmiten nuestros programas de opinión, tome los diarios para leer los titulares o se exponga 24/7 a…

No importa la nacionalidad del que encienda la televisión para ver las noticias, sintonice la radio para escuchar los miles de comentarios que transmiten nuestros programas de opinión, tome los diarios para leer los titulares o se exponga 24/7 a ver todo lo que circula por las redes sociales sobre nuestro país. La impresión que se lleva es alarmante.

Parecería que vivimos en un país fallido, donde todo se ha venido abajo. Todos conocemos las razones que parecen haber motivado la histeria desconcertante de una sociedad civil, que el año pasado, según las estimaciones oficiales de la DGII, evadió RD$243,213 millones en el pago de impuesto sobre la renta y del Itbis.

La realidad que perciben los extranjeros que nos analizan día a día, estudian, comparan con el resto de la región y del mundo, y al final nos valoran positivamente -no con palabras sino con hechos cuando invierten en activos fijos y financieros del país, es totalmente contraria a la denostación general del Gobierno y de la clase política que ha secuestrado todo el espectro de tiempo y espacio de nuestros medios de comunicación.

Los sectores racionales y sensatos de la sociedad deberían hacer un alto en el camino, y encerrarse un fin de semana en uno de los resorts que generalmente frecuentan los fines de semana, para ponderar si realmente les favorece el curso por el que algunos, quizás deprimidos por la negativa de la mayoría de la población de favorecerlos en las urnas, quieren llevar a la Nación, entendiendo que esa es la única opción que tienen de arrebatar lo que el pueblo dominicano no les ha confiado para administrar.

Aunque quizás, convertirnos en un país fallido sea el objetivo perseguido por algunos, la realidad es que República Dominicana no es Brasil. Mucho menos Venezuela. Es sencillamente, la economía mejor evaluada de la región por los progresos indiscutibles que han generado las políticas económicas y sociales del Gobierno de Danilo Medina.

República Dominicana, es el país de mayor crecimiento de la región en los últimos tres años, con un crecimiento anualizado promedio de 7.1%. Es el líder en crecimiento anual del ingreso por habitante en paridad de poder adquisitivo en la América Latina y el Caribe en los últimos tres años, también con un promedio anual de 7.1%

Ha sido uno de los tres países líderes en la creación de empleos en la región durante los últimos cuatro años, al crear 480,930 empleos netos adicionales, que no es más que los empleos brutos creados menos los que se perdieron, para mejor comprensión de algunos comentaristas de radio. República Dominicana ha sido el país que más reducción ha logrado en el desempleo en los últimos cuatro años, al bajarlo de 7.0% a 5.2%, es decir, en 1.8 puntos porcentuales.

Después de Costa Rica, es el país con moneda propia en la región con la menor inflación en los últimos tres años: un promedio anualizado de apenas 2.7%. Ningún otro exhibe mejor combinación de alto crecimiento económico y baja inflación en los últimos tres años.

República Dominicana, es el país líder de la región en reducción de la pobreza en los últimos cuatro años (septiembre 2012-septiembre 2016), al reducirla en 12.2 puntos porcentuales, superando a Paraguay (10.2) y Bolivia (6.5). Somos además uno de los tres países líderes en reducción de la indigencia, con una reducción de 5.0 puntos porcentuales.

Ningún otro país de la región registra un nivel de esfuerzo fiscal superior al realizado por la República Dominicana en los últimos cuatro años. La administración de Danilo Medina ha logrado reducir el déficit del sector público consolidado en 3.8 puntos porcentuales del PIB del 2012 al 2016, la mayor reducción registrada entre todos los países de la región.

La reducción del déficit continuó en el año 2016, a pesar de que muchos preanunciaron su aumento debido al ciclo electoral. Pronosticaron un aumento del déficit en el 2016 debido a que era un año de elecciones y generalmente, el gasto tiende a desbordarse y las recaudaciones a deprimirse en esos años. Esta vez, contra todos los pronósticos, las cosas fueron diferentes. Este manejo fiscal responsable ha sido reconocido por las firmas calificadoras de riesgo y los bancos de inversión, permitiendo al Gobierno colocar sus bonos globales a tasas cada vez menores.

Contrario a la prédica de la oposición política, la República Dominicana fue uno de los tres países de la región que menos aumentó la deuda gubernamental en los últimos cuatro años, la cual aumentó 4.5% del PIB al pasar de 28.6% en el 2012 a 33.1% en el 2016. Cuanto este aumento de 4.5% del PIB se contrasta con el de 8.3% en Chile, 10.2% en Costa Rica, 12.3% en Argentina, 12.9% en México, 13.4% en Colombia, 16.0% en Brasil y 17.9% en Ecuador, debería reconocerse, con humildad, que Danilo Medina ha realizado un esfuerzo considerable para mantener la deuda pública a niveles razonablemente sostenibles. Si se incluye la deuda del Banco Central neta de sus reservas internacionales netas, el aumento de la deuda del sector público consolidado en los últimos cuatro años fue de sólo 3.9% del PIB.

Somos uno de los dos países de la región con mayor reducción en el gasto público en los últimos cuatro años, al reducirlo en 2.6% del PIB, a pesar de que el Gobierno elevó la inversión pública en educación, en ese mismo período, en 1.75% del PIB. Todo dominicano sensato debería reconocer la magnitud del esfuerzo realizado. Sólo tres países en la región, Guatemala (4.1%), Panamá (4.3%) y Chile (4.4%), tuvieron en el 2016 una nómina pública como porcentaje del PIB inferior a la de República Dominicana (4.5%).

Somos el país de la región con la mayor reducción del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos en los últimos cuatro años, acumulando una mejoría de 4.9% del PIB. Un marco de políticas públicas orientado a fomentar el desarrollo del sector turismo ha contribuido a que la República Dominicana registre el mayor incremento en la tasa de ocupación hotelera en la región, al pasar de 70.3% en el 2012 a 78.0% en el 2016.

La extraordinaria mejoría de las cuentas externas de los últimos cuatro años permitió a la República Dominicana convertirse en el país de la región con el mayor aumento de las reservas internacionales netas del Banco Central, con un crecimiento acumulado superior a 88%, y en uno de los cinco con mayor estabilidad de su moneda, registrando una depreciación anual promedio de apenas 3.8%. Sólo cuatro países, entre los cuales está República Dominicana, lograron mejorar la calificación de riesgo asignada por Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch durante el período 2012-2016.

La verdad es que ningún país de la región ha progresado tanto económica y socialmente como la República Dominicana en los últimos cuatro años. Pero también hemos registrado un progreso institucional considerable. La mejor demostración de lo anterior ha sido la ruptura del ciclo electoral, como variable explicativa del déficit fiscal, que se verificó en el 2016.

No debe tomarse a la ligera la propuesta de encerrona que estamos recomendando a los sectores empresariales y de la sociedad civil y profesional, precisamente quienes más perderían si continúan jugando a un maniqueísmo político que asigna el monopolio de la maldad, la deshonestidad y la corrupción a los políticos mientras la parcela de la bondad, la honestidad y la transparencia es reservada en exclusividad a los empresarios, civiles y profesionales.

Este es un juego peligroso, excesivamente peligroso. Esa clase política que hoy denostamos y difamamos, es la principal responsable del progreso que ha registrado la República Dominicana en las últimas dos décadas. Y lo ha logrado con una de las presiones tributarias más bajas de la región y del mundo, producto en gran parte, de una evasión fiscal que en el período 2001-2014 alcanzó RD$1,560,697 millones, equivalente a 502 veces el monto de los recursos que, durante el mismo período, fueron supuestamente recibidos por los “monopolistas de la maldad, la deshonestidad y la corrupción” para favorecer a una empresa privada. Conviene reducir el creciente déficit de sensatez y prudencia que abriga a la Nación. Recuerden, no es lo mismo llamar al diablo que verlo venir. l

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