La UASD, mil una justificaciones, para no aceptar el error

Podemos articular las mejores armas del razonamiento y la lógica; pero nada; absolutamente nada, resulta ser una excusa valedera a la comunidad nacional frente a esta última acción de poco sentido ético nuestra. La UASD no está en lucha, la UASD&#823

Podemos articular las mejores armas del razonamiento y la lógica; pero nada; absolutamente nada, resulta ser una excusa valedera a la comunidad nacional frente a esta última acción de poco sentido ético nuestra. La UASD no está en lucha, la UASD no está en huelga y mucho menos en confrontación y lucha de FAPROUASD contra las autoridades y el Gobierno. Simplemente, la UASD no ha podido abrir sus puertas a los estudiantes y al año 2017. La UASD está cerrada sin fecha de apertura, en una acción temeraria y poco inteligente de nosotros los profesores.

Tal vez suponga ser un tanto molestoso y desleal a la clase a la que pertenezco el juicio moral que acabo de hacer; pero, no creo que pueda llamarse de otra manera el hecho de estar cincuenta y un días de asuetos pagados, y ahora despacharnos con este comportamiento. Debimos en diciembre declarar una huelga de resistencia a recibir los tres golpes: regalía, pago del salario de diciembre, préstamo navideño, y de ñapa, el mes de enero 2017; hasta tanto no se nos aplicase en los mismos el aumento pactado con el Gobierno y las autoridades universitarias.

De forma inmisericorde, pero con aparente razón, no se ha hecho esperar la demoledora crítica de medios y ciudadanos. Olvidando, tal vez ellos, la totalidad de la historia de una universidad que ha sido un baluarte de la defensa de las libertades, la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Y sobre todo, el único espacio académico de la República Dominicana donde se formaron los recursos humanos profesionales hasta hace 60 años y, en los que se ha apoyado la sociedad para alcanzar el desarrollo que hoy exhibe este país.

La UASD, no siempre ha demandado aumento para sus profesores asumir la obligación de la docencia. La UASD de los 70s, que llegó a su clímax de acorralamiento y ahogamiento por parte del gobierno de Joaquín Balaguer, trabajaron sus profesores por mística y compromiso, haciéndole un fiado para algún día, si se puede. O, la UASD de los 80s, en la que ingresaba un profesor y no se le pagaba hasta tres semestres después y la deuda en cualquier momento. Esa UASD, nunca se levantó contra sí misma y mucho menos contra sus estudiantes, la lucha fue siempre hacia afuera contra el verdadero objetivo y ella unida y abierta.

La historia de la humanidad y sus guerras intestinas no registra nada halagüeño para quienes las han escenificado, de ahí el famoso aforismo: “Reino dividido, reino destruido”, sino, pregúntele al imperio más organizado y disciplinado que ha tenido la humanidad, Roma. Los Hermanos de FAPROUASD, tienen que entender que con mantener la UASD cerrada y recurrir a esta vía como único método de lucha, no le hacen un favor a nadie, y peor aún, si creemos hacer entrar en pánico a los enemigos internos y externos de la UASD con esta acción estamos equivocados. Todo lo contrario, muchos de ellos se frotan las manos y enchinchan el Gobierno para que apriete más y se hagan los sordos, ya que la quieren cerrada, y en lo mejor de lo peor, privatizada. Este ha sido su sueño anhelado.

Hemos sostenido desde hace 20 años que la lucha fundamental de la UASD, tiene que estar orientada al respeto de la ley 5778, en esa norma está la seguridad jurídica de nuestros derechos institucionales, y hoy más que nunca, ese debe ser su camino. La existencia del Tribunal Constitucional en el sistema de justicia dominicana, es la necesaria garantía de una acción directa de inconstitucionalidad, por desacato e incumplimiento del Gobierno frente a la misma. Con su inobservancia el Gobierno desconoce la legalidad de un Estado de Derecho que nos ampara: “El Estado de Derecho es aquel donde el poder no puede actuar más que según las reglas jurídicas que se le imponen” (Vinicio Tabal, Fundamentos de Derecho Administrativo, pág. 59).

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