Impresiones de un viaje al interior II

En la pasada entrega intenté recrear con palabras una experiencia de vida, a través de la cual pude reflexionar sobre mi oficio y, de cierta forma, exponer lo que hago al momento de escribir sobre arte. Todo ello a raíz de una interesante y espontánea

En la pasada entrega intenté recrear con palabras una experiencia de vida, a través de la cual pude reflexionar sobre mi oficio y, de cierta forma, exponer lo que hago al momento de escribir sobre arte. Todo ello a raíz de una interesante y espontánea conversación con un niño en mi Sabaneta natal.

De modo que con el fin de especificar las funciones del crítico de arte, le comenté al niño que se trata de una labor sumamente perceptiva donde la sensibilidad juega un papel de vital importancia. Lo esencial en esta profesión es dejar a un lado los prejuicios, ya que de esa forma se puede captar mejor el mensaje guardado por la obra.

De hecho, le dije: conversar contigo me ha permitido recordar a mi querido profesor Óscar Morriña, quien con sumo provecho me impartió la asignatura “Fundamentos de la Forma”. Con el fin de que sus alumnos manejáramos la dinámica de la lectura de una obra de arte, solía llevarnos al Museo de Arte Cubano. Cada alumno escogía una obra. Morriña decía: intenten observar detenidamente la pieza y captar cada detalle, cierren los ojos por un par de segundos, vuélvanlos a abrir. Hagan esto sistemáticamente y vayan anotando lo que más llama su atención en cada intento.

Esta terapia que el profesor intentaba entre obra-alumno, permitía detectar aspectos en la pieza que a simple vista podían pasar desapercibidos. Luego de eso, venía la descomposición del cuadro por sus partes atendiendo a lo aprendido en clases. Es decir, poniéndole significado a lo que podría representar las áreas, los volúmenes, las formas, las líneas expresivas y estructurales, los colores, las texturas, en fin, todo aquello que recrea una pintura, incidiendo alguno de estos elementos en obras tridimensionales como las esculturas.

En todo esto, mi muy querido esposo, magistrado Jottin Cury, interviene en la conversación con el niño y, de forma atinada expresa que “el principal crítico de arte debe ser el artista, pues es quien conoce lo que desea expresar y mal puede un tercero -entiéndase el denominado crítico de arte- suplantar la visión del propio creador. Continuará.

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