Richardson: “Siempre quería la bola al final”

Nació en Georgia. Vive en Florida. De todas formas, su corazón siempre se quedó en Villa Juana, donde escribió su historia como el mejor refuerzo que ha tenido el baloncesto dominicano.

Nació en Georgia. Vive en Florida. De todas formas, su corazón siempre se quedó en Villa Juana, donde escribió su historia como el mejor refuerzo que ha tenido el baloncesto dominicano. Eugene “El Tigre” Richardson conserva en su memoria de elefante recuerdos de más de tres décadas sobre lo logrado con Mauricio Báez, el club con el que ganó tres campeonatos (1984-85-86) en el básquet distrital y por lo que será exaltado el domingo al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. “Este es mi hogar”, dice Richardson tocándose el pecho mientras conversaba ayer para elCaribe momentos antes del acto de presentación de los nuevos inmortales en un salón del Club Naco. “Todo lo vivido en Mauricio Báez, es increíble. Hace más de 30 años y parece que fue ayer”, señala el delantero, quien en su palmarés tiene premios de Jugador Más Valioso (1981-1982), varios títulos de anotación y, además, cuando el juego se ponía “para hombres” nunca sucumbía ante la presión.

“Yo quería la bola al final. Siempre quería la pelota al final”, dice con tono firme. “Estaba preparado para esos momentos”, agrega el padre de tres varones que hacen todo el esfuerzo por acompañarlo este domingo. “Nunca falló el tiro para ganar”, dice José “Boyón” Domínguez, compañero de Richardson en su rol de armador con el Mauricio Báez. “Cuando había que meter un canasto para ganar, él resolvió siempre, la metía”.

Domínguez tiene un partido en específico que jamás olvidará. “Fue contra San Carlos. Perdíamos por uno, quedaban 10 segundos y Eugene me dijo ‘Boyón no Chu (Jesús Mercedes), dame la bola a mí’. Yo le hice saber mediante un gesto que no estaba de acuerdo con él. Después del saque se mandó corriendo, me quitó la pelota y en el último segundo metió el canasto para ganar”.

“San Carlos era nuestro gran rival. Los demás equipos de la liga eran buenos, pero lo nuestro contra San Carlos era a otro nivel”, expone Richardson, quien tiene dos nietos y es entrenador de baloncesto en la Florida. Eugene, quien en noviembre 14 cumplirá 62 años, nunca olvidará la comida dominicana. “Era loco con el arroz, los tostones, el pollo, la habichuela”, dice con una amplia sonrisa.

Tampoco dejó de mencionar a sus antiguos compañeros. “Bombo (Julián McKelly), Domingo (Rosario), Boyón, Chu, Montante (el difunto Ramón Castillo). Éramos una familia. Nos tomó tiempo crear la cultura ganadora, pero lo logramos”, dice Richardson, que sintió nostalgia el jueves al dar un paseo por las calles del Villa Juana que fue su propiedad en los ‘80. “Todo ha cambiado mucho. Este país es otro”, comenta.

Richardson gusta enseñar a los jóvenes con los que trabaja en la secundaria Boyd H. Anderson y también en su tiempo libre juega en la categoría master (62 y 65 años). “El Tigre” aún conserva estamina en sus garras.

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