“La escritura es mi aliada y al mismo tiempo mi mejor compañera de viaje”

El camino de un escritor nunca es fácil, considera la escritora Sabrina Román, ya que entiende que el primer obstáculo al que se enfrenta el escritor es a sí mismo, y en ese sentido, expresa que “me refiero a sus fantasmas, pasiones, miedos,…

El camino de un escritor nunca es fácil, considera la escritora Sabrina Román, ya que entiende que el primer obstáculo al que se enfrenta el escritor es a sí mismo, y en ese sentido, expresa que “me refiero a sus fantasmas, pasiones, miedos, debilidades, herencias… La historia de sus antepasados, como en el caso mío, se convierte en una sombra muchas veces. Es un punto de partida”. Sin embargo, expresa que cuando empezó repleta de mil asombros ante la vida ese fantasma del pasado, tan presente en su segundo libro de poesía Palabra Rota, no hizo sino sacudir sus alas. “De un modo subconsciente te persigue, pero al mismo tiempo te estremece”. Expresa que en su caso no le fue difícil abrirse paso, ya que “icé mi vela y enfilé la barca hacia un horizonte al que siempre confié mi salvación”.

¿Para escribir un libro es necesaria una investigación previa?
Casi siempre, diría yo, partiendo desde la creencia en ese vínculo existente entre la ficción y la realidad en el que creo ciegamente. La realidad es una enredadera que se nos mete al corazón, al instinto, a la piel y a la mente; resulta imposible esquivarla o evadirla, está amarrada a nuestra esencia de algún modo. Por eso pienso que es imposible no acudir a la investigación para crear o desarrollar alguna idea. Desandando algunos episodios reales he obtenido licencia para elevarme de la realidad a altitudes desconocidas. Así es como alcanzamos a llegar al paraíso de las fantasías y las fábulas más hermosas e inverosímiles.

¿Para quién escribe?
Para la gloria de mi intimidad más profunda. Escribo para revivir el silencio de todo aquello y aquellos que nacieron sin voz y no pueden levantar su defensa en un terreno imparcial y justo por hallarse desamparados, como se halla una flor en el desierto, a la intemperie del destino, a la misericordia del cielo. Pero también escribo porque existen instantes en mi vida en los que no quepo dentro de mí y debo abandonarme o tal vez trascenderme. En el caso del libro que vine a presentar a Santo Domingo, “Nuestras lágrimas saben a mar. Memorias de una hija del general Pupo Román”, lo dirijo especialmente a las nuevas generaciones, entre ellas a mis sobrinos nietos, para dar a conocer la realidad de los acontecimientos en los que se vio envuelto mi padre, Pupo Román a raíz del ajusticiamiento de Trujillo y quede liberado de todas esas imprecisiones históricas a su alrededor.

¿Cuál es el papel del escritor en la realidad social dominicana?
Es una pregunta que contiene gran complejidad. Pero en mi modo de sentirlo es una especie de fotógrafo algo camuflado detrás de cada episodio o acontecimiento que, con el lente impecable, al obturar su cámara debe captar cualquier distorsión, cualquier imagen borrosa de la realidad la cual venga a entorpecer la autenticidad, y fidelidad de los hechos que conforman el día a día de la sociedad. Un testigo silente que vela por la verdad como una forma de preservar la libertad, incluso su propia libertad.

¿Influyen las creencias políticas, sociales y filosóficas en el éxito o fracaso de una obra?
Influyen en la obra, pero no determinan siempre su éxito o su fracaso. No existe un código para asegurar una cosa u otra, a veces ocurre lo impredecible. Es como el vuelo de un ave supremamente errática. Como una mariposa. El éxito de “Memorias de Adriano” siempre sorprendió a su autora Marguerite Yourcenar.

¿Se necesita tener cierta edad para que el escritor pueda describir sus propias experiencias o inquietudes?
Pienso que la madurez es un ingrediente casi imprescindible pero, no totalmente. Facilita muchas cosas empezando por la objetividad, el desprendimiento de muchas falsas convicciones, la autenticidad… En cuanto a mí fue necesario llegar a esta edad para sacar al claro mi libro de memorias “Nuestra lágrimas saben a mar”. Antes no pude lograrlo precisamente por ese velo que cubre nuestros sentidos, cuando la juventud plena guía muchos de nuestros impulsos.

¿Planifica las estructuras de sus libros antes de empezar?
Casi siempre es un rayo violento de luz que entra en mí por un hueco desconocido de mi piel, de mi corazón, de mi memoria, poseyéndome. Puede ser una palabra, un susurro indescifrable o qué sé yo… luego de ese acto explosivo, sí planifico la estructura, sobre todo ahora que incursiono más en la narrativa mientras trabajo en mis dos próximas novelas.

Pasando a otro tema, ¿cómo fue crecer en el seno de una familia tan cercana al dictador Trujillo?
Bueno, pues no sé quién, alguien, dijo por ahí que la cercanía al poder nos marca hasta la eternidad. Sin embargo, yo de aquella época a penas recuerdo sus ráfagas, sus oleadas violentas entre las cuatro paredes de mi casa cuando se confirma la participación de papá en el 30 de mayo. En la memoria guardo anécdotas, historias de mis familiares que me confirman que realmente hay episodios, experiencias, que dejan sus huellas impresas en la vida de un ser humano cercano al poder. Empezando por el temor a la falsedad, la hipocresía, la idolatría con la que disfrazan sus intereses las personas que lo rodean para después pretender que nunca fue así y liberarse de toda culpa.

La participación de su padre, en el complot ha sido muy cuestionada a lo largo de los años. ¿Qué pensó ya de adulta y al tener clara conciencia de que su padre había formado parte del complot para ajusticiar al dictador, el tío de su madre?
Tenía cuatro años en 1961. En la parte que involucra el dolor en mis dos familias; en mi abuela paterna Mercedes que perdió a dos de sus hijos de la peor manera: tío Bibín y Pupo. En la desesperación y sufrimiento de mis abuelos maternos Marina y José, igual que mis primos al hallarse involucrados en esta historia, no solo por los lazos sanguíneos, sino por el enorme cariño que existe entre nosotros. Me siento triste, siempre habrá en ese pasaje de nuestras vidas una incómoda nube y mucha desolación. En cuanto a la participación de mi padre hoy guardo la absoluta certeza de que ha sido cuestionada por aquellos que pretendieron hacer una lectura superficial, soterrada, contaminada por una serie de intereses que prefiero desechar para no caer en terrenos prohibidos para mí como amante del amor y la verdad. Pupo Román, en la historia dominicana, es el héroe del silencio, sin el cual la libertad hubiera tardado un poco más. Al igual que mis hermanos, mis sobrinos y sobrinos nietos, me siento orgullosa ante la valentía de un hombre que renunció a todo a sabiendas de que estaba cavando –en cualquiera de los escenarios, triunfo o fracaso – su propia tumba. l

Sentimiento
Se trata de un libro formidable, escrito con tinta del alma, sin ánimo de venganza, pero anhelando justicia histórica”.

Revelación
Mi libro tiene la única pretensión de arrojar nuevas luces a la verdad y realidad de un acontecimiento histórico que cambió el destino del pais”.

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