La Iglesia católica cuenta con más de 3,000 consagrados

La Iglesia católica es una organización internamente compleja y rígida, cuya labor espiritual y social en República Dominicana recae en más de 2,700 personas plenamente consagradas a la vida sacerdotal y religiosa, un número relativamente bajo&#8230

La Iglesia católica es una organización internamente compleja y rígida, cuya labor espiritual y social en República Dominicana recae en más de 2,700 personas plenamente consagradas a la vida sacerdotal y religiosa, un número relativamente bajo si se parte de que el catolicismo es la religión dominante en el país, con cerca del 65% según la Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa).

Esta compleja organización y la sistematicidad en una labor pastoral, directamente en el seno de las comunidades, es lo que le da a la Iglesia la enorme influencia que tiene en la población dominicana.

La estructura de la Iglesia católica se fundamenta en la vida consagrada, que está compuesta por los institutos religiosos, que abarcan los sacerdotes, las monjas de clausura y las de vida activa, así como las fraternidades, que en su totalidad suman 2,078, y por los institutos seculares, formados por ocho grupos, de los cuales siete son femeninos y uno masculino, con un total de 147 miembros.

Dentro del grupo de consagrados, están los sacerdotes diocesanos, que en la actualidad son alrededor de 700 en las doce diócesis y más de 600 parroquias en el territorio nacional. A diferencia de los sacerdotes religiosos, estos no pertenecen a un instituto religioso concreto, sino que pertenecen a cada diócesis. Los sacerdotes diocesanos hacen promesa de obediencia al obispo y de celibato cuando son ordenados.

Otro papel importante en la Iglesia lo realizan los diáconos en su labor de ayudar en el crecimiento espiritual de las comunidades mediante su servicio pastoral, y los diferentes grupos, movimientos y ministerios que realizan un trabajo de evangelización a nivel nacional.

Religiosos de clausura

Los monasterios son lugares aislados, próximos a elevaciones montañosas poco visitados, donde están ubicados los monjes y las monjas, para mantener una vida en silencio, en oración y en contemplación y conservar una vida espiritual profunda.

El total de monjas y monjes son 125, de los cuales seis son masculinos.
Los religiosos de clausura, están formados por hombres y mujeres, que en la soledad, el silencio, el trabajo y la oración, orientan toda su vida y sus actividades a la contemplación de Dios.

Los monasterios están ubicados en las diferentes diócesis del país. Estas órdenes religiosas contemplativas son cuatro: Las hermanas Carmelitas; las Salesas de la visitación, las Clarisas y los Cistercienses.

Actualmente, en el país hay 11 monasterios, de los cuales un solo es masculino: El Monasterio Cisterciense de Santa María del Evangelio, ubicado en Jarabacoa, provincia La Vega.

Estos monjes, además de dedicarse a la oración realizan otros trabajos, como la elaboración de cereal alimenticio, el cultivo de la tierra y otros.

Los trabajos realizados en los monasterios sirven para cubrir los gastos de su vida en comunidad y para practicar la ayuda a los más necesitados.

Religiosos activos

El término religioso se emplea en aquellos hombres y mujeres que se consagran a Dios y forman parte de una congregación religiosa. Tienen ciertos grados de libertad, no así los de vida de clausura, cuyo trabajo pastoral es realizado dentro de su misma comunidad, sin tener contacto con la sociedad.

Los religiosos consagran su vida a Dios a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia, viviendo en comunidades para compartir su experiencia de fe.

Las diferentes congregaciones religiosas llegaron al país a mediados del siglo XX y a principios del siglo XXI. Las primeras en llegar fueron los capuchinos en el año 1909 y las mercedarias en el año 1910, ambas desde España.

Luego, en la segunda y tercera décadas, llegaron de España y de otros países, los claretianos, las franciscanas de los Sagrados Corazones, los Agustinos recoletos, los Salesianos, los Jesuitas, las Hijas de María Auxiliadora, los hermanos de la Salle, entre otros.

En la cuarta y quinta década hubo un aumento significativo de las congregaciones. En ese entonces llegaron 28 congregaciones de países diferentes, entre ellos los Redentoristas, Dominicas, las hermanas del Perpetuo Socorro, Misioneras Dominicas del Rosario, Carmelitas del Monte Carmelo y las Apostolinas. También llegaron las Carmelitas de clausura, las Misioneras de los Sagrados Corazones y otras.

Aunque en esa década hubo un gran número de congregaciones en el país, según datos obtenido por la CED, en la década de los sesenta la Iglesia dominicana tuvo una crisis producto de la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, donde la Iglesia se enfrentó a la tiranía a través de una carta pastoral. Producto de ese comunicado varias congregaciones fueron expulsadas. Después de la muerte de Trujillo, continuaron las llegadas de varias congregaciones al país.

Institutos seculares

Los institutos seculares surgen en la primera mitad del siglo XIX, y fueron aprobados en el 1947 por el papa Pío XII, a diferencia de los monjes y los religiosos, que datan desde hace muchos años.

Actualmente los Institutos seculares están distribuidos en 25 Centros.
Estos institutos están compuestos por personas que desean consagrar su vida a Dios, sin perder su condición de laicos en la Iglesia, con el propósito de santificar el mundo desde adentro.

A diferencia de los religiosos de vida activa y de clausura, los miembros de estos institutos seculares pueden vivir en familia, solos o en comunidad.
También puede tener una profesión laical como ingeniero, periodista, psicólogo, médico, maestro, entre otros.

Así lo establece el Código de Derecho Canónico en el número 714, “los miembros de los institutos seculares han de vivir en las circunstancias ordinarias del mundo, ya solos, ya con su propia familia, ya en grupos de vida fraterna, de acuerdo con sus constituciones”.

Fundamento intelectual y espiritual del trabajo

El padre Manuel García, en su trabajo sobre “Aportes del monacato a la vida laboral de los laicos”, resalta que las ciencias, las técnicas de trabajo tanto de artesanías, agricultura, regadíos, deportes, sustento y transmisión de la cultura occidental; el desarrollo de la vida espiritual, la protección a la mujer y su emancipación en un mundo muy agresivo, la alimentación y otras prácticas de la vida cotidiana son gracias a los monjes cuyas prácticas provienen del más lejano oriente como China, Japón, y el medio oriente, incluso antes de Cristo, y que perduran hasta hoy. La Iglesia asume esta forma de vida en todas sus ramas históricas como son católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos e incluso monasterios como el de Taize que los monjes, siendo luteranos, admiten a monjes de otras ramas cristianas.

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