Lecciones de las elecciones (2)

Analizando concienzudamente el proceso electoral, encontramos que, a pesar de los esfuerzos desplegados por la JCE, resultó un “tollo” en lo que a organización se refiere. La logística y gerencia no previeron la complejidad del proceso ni como&#823

Analizando concienzudamente el proceso electoral, encontramos que, a pesar de los esfuerzos desplegados por la JCE, resultó un “tollo” en lo que a organización se refiere. La logística y gerencia no previeron la complejidad del proceso ni como contrarrestar los clásicos intentos mañosos de desviar intenciones.

Cifra de Participación Ciudadana preocupan: problemas con los “scanners” y “capturadores de huellas dactilares” en 30.7% de ellos; de transmisión el 30.9 confrontó dificultades; hubo anomalías en los equipos en el 59.6% de los colegios; en el 11% no había conexión de internet y la información tardía de que se extendía el horario de votación en una hora, hizo que muchos cerraran antes de tiempo.

Lo de la renuncia de 3,000 “técnicos”, sin una verdadera comprobación ni explicación creíble, cultiva dudas. Las telefónicas que dieron el servicio salieron mal paradas porque habiendo asegurado la confiabilidad de sus sistemas, hubo fallas garrafales solo atribuibles a ellos.

El celo militar en cuidar los equipos, hizo que su instalación fuera tardía y sin pruebas de operación y se aduce que con personal sin el entrenamiento adecuado y que las fallas corresponden a la imprevisión sumada a la improvisación. El gran perdedor de las elecciones es el propio presidente de la JCE sobre quien recaen todos los errores e imprevisiones sacados a la luz por la realidad operativa en las votaciones.

La prepotencia, la susceptibilidad ante cuestionamientos válidos, el manejo vertical, omnipotente y unipersonal en la JCE erosionan la credibilidad y confianza en un órgano vital para la salud de la democracia criolla. El ejemplo de César Estrella Sahdalá y la Junta histórica, es cada vez más patente en la realidad democrática dominicana.

Otra gran lección, es que la conformación de una JCE constituida con representación de los propios partidos que van a competir, solo aplaca “fieras y situaciones” del momento y no asegura el futuro estable del organismo. La sociedad está llena de gente honesta, equilibrada, justa, comprometida y responsable y de ello hay mil ejemplos. Si aplicáramos la misma lógica, la Suprema Corte de Justicia debió estar constituida por representantes de los narcotraficantes, de los sicarios, ladrones, malversadores, asesinos, etc. para asegurarse un equilibrio entre “fuerzas”.

Se escogen honorables, probos, capaces y si no infalibles, justos. La fragmentación de una oposición que ha gastado más energías en tratar de deslegitimizar el proceso, que, en conquistar votos, donde su oponente obtuvo el 62%, luce torpe frente a una realidad de “pela de calzón quitao”, como “crónica de una derrota anunciada”. La prudencia de los líderes emblemáticos, se traduce en planes con más raíces que las acciones de los bisoños, a quienes les ha faltado hidalguía para perder y humildad para reconocer su derrota. El criollo no pierde: le roban el triunfo… l

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