Tienen derecho legítimo

Aunque no está establecido en ningún canon, en la República Dominicana existe “el derecho al pataleo”. La práctica lo ha legitimado. Pero el derecho al pataleo (patalear es mover las piernas rápidamente, y con fuerza, generalmente con enojo)&#823

Aunque no está establecido en ningún canon, en la República Dominicana existe “el derecho al pataleo”. La práctica lo ha legitimado. Pero el derecho al pataleo (patalear es mover las piernas rápidamente, y con fuerza, generalmente con enojo) entre nosotros ha cobrado un sentido cívico, y en alguna medida filosófico. En general ha dejado de ser un derecho ejercido con violencia o arrebato. La tendencia es que se invoque la razón y la justicia. Suele ser útil, siempre que canalice las energías hasta descubrir la verdad.

En estos días ese derecho cobra mayor vigencia, y para que sea eficiente y no termine en tragedia no debe irse más allá de los límites previstos en la ley, muy lejos de la violencia.

Hay resultados electorales municipales muy cerrados, que sólo difieren con 12, 21, 37, 56, 61, 69, 70, 79, 86 y hasta cien votos. Es necesario que haya un cuidadoso recuento de los votos. Debe contarse una y otra vez. Todos los reconteos que sean necesarios, revisar y verificar las actas e identificar con propiedad a los ganadores.

Es decir, establecer la verdad de cada resultado de las urnas.

Para hacer eso no hay que provocar disturbios y menos la muerte de nadie. Tampoco destruir bienes públicos o privados.

Hay que reclamar. Patalear con civismo. Mediante los procedimientos establecidos y ante las autoridades electorales, que deben ser las mayores garantes.

Corresponde a las juntas municipales atender cada uno de los reclamos.
Ahora bien, los ganadores en los municipios son aquellos que obtuvieron la mayoría de votos, sin importar que sea mínima. Lo que debe precisarse con la calidad debida es que esa mayoría sea legítima y no producto de la manipulación o el engaño.

Para hacer el trabajo correcto se requiere un ambiente de paz y no de turbamultas.

Con las debidas representaciones partidarias y las actas a mano, las juntas municipales deben hacer cada levantamiento, reconocer y decidir.

Al final, los perdedores tienen que aceptar los resultados, y no llevar los pataleos más allá de lo razonable.

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