En procura de una unidad programática

I.- Una generación de luchadores1.- En los últimos cien (100) años de historia dominicana, la generación de hombres y mujeres que más ha incidido en la política ha sido la nacida entre 1930 y 1970; en todos los grandes…

I.- Una generación de luchadores

1.- En los últimos cien (100) años de historia dominicana, la generación de hombres y mujeres que más ha incidido en la política ha sido la nacida entre 1930 y 1970; en todos los grandes acontecimientos ocurridos en el país ha estado presente, accionando en forma decisiva, y sin importar que sean actividades cívicas o políticas, de contenido social o militar, pacíficas o violentas.

2.- Pero los entes sociales nacidos en la indicada etapa, con su propio discurso, con sus ideas progresistas, democráticas, de izquierda o socialistas, no han llegado a ocupar ningún cargo electivo; y si han estado en el poder es porque han abjurado a los principios que habían defendido.

3.- El objetivo de este escrito no es referirnos al comportamiento político de los que renegaron, a los que abandonaron la línea que juraron seguir, sino a los que se han mantenido firme, sin apartarse de la ruta que se trazaron.

4.- No vamos a proceder a analizar las motivaciones que han tenido o tienen luchadores democráticos para no concertar alianzas con otras fuerzas; sólo haremos precisiones de lo que creemos conviene hacer para unificar posiciones en torno a puntos concretos.

II.- Trabajos unitarios en curso de un proceso electoral

5.- En un medio social como el dominicano de hoy, no pueden esperarse aliados políticos químicamente puros, homogéneos, y de sólidos principios; se impone ser prácticos, sin ceder en los principios. Pactar con aliados circunstanciales no rebaja la lucha política por causas justas, simplemente la hace menos áspera, llevadera.

6.- Los hombres y mujeres del país, históricamente identificados con el accionar político democrático, deben aprovechar las coyunturas electorales para expresar su sentir, tomando en cuenta la correlación de fuerzas, las posibilidades de éxitos total o parcial, de sumar para exigir o, simplemente, aceptar algo ahora, para reclamar mucho después.

7.- Aquellos que luchan por cambios políticos y sociales verdaderos, no pueden marginarse de los procesos sociales, aunque las coyunturas no sean favorables, porque las masas populares no deben ser abandonadas al mensaje de sus adversarios. A los que buscan embaucar al pueblo hay que enfrentarlos con la denuncia verdadera, certera y esperanzadora.

8.- Si conviene a los intereses de las grandes mayorías nacionales que sus más dignos representantes, abandonando el puritanismo y con un pañuelo en la nariz, sentarse a debatir un programa mínimo de lucha con sectores opuestos ideológicamente, pero dispuestos a ceder, hay que ir a la mesa de negociación para ver qué se puede lograr.

9.- En política hay que ser realista, estar preparado para bregar en todos los escenarios; ante aliado y adversario, obrar con el convencimiento de que en todo asunto político subyace un interés clasista. Cada actor procura sacar la mayor ventaja para su clase, sector o capa social.

III.- Sentido político en trabajos unitarios programáticos

10.- A los encuentros para concertar puntos comunes dentro de las diferencias, no se puede ir con prejuicios para no acordar, sino con la cabeza fría y en pleno estado de libertad para aceptar, rechazar o conciliar sin lesionarse políticamente. El que va a pactar tiene que estar en condiciones de acordar o disentir, retirarse y regresar.

11.- En los arreglos políticos basados en cuestiones programáticas se acepta como también se puede discordar. La unidad dentro de la diferencia se alcanza con inteligencia política de altura.

12.- En política, los acuerdos serios se hacen de cara al sol, exhibiendo cada parte sus pretensiones. Los encuentros para llegar a la unidad de acción no son conciliábulos a espalda de las masas, citas hechas para conjuras, ni maquinaciones para operaciones politiqueras.

13.- Los pactos políticos ejecutados en base a la repartición de cargos, se hacen tomando en cuenta beneficios personales y grupales a costa del presupuesto nacional; los dineros del erario sirven de motivación a los negocios entre iguales, donde los intereses del pueblo no cuentan, a no ser para resultar afectados en la operación comercial y política.

IV.- Posibles resultados de los encuentros para lograr unidad programática

14.- La presencia de sectores democráticos en una alianza electoral con corrientes opuestas, sirve como órgano dinámico para las masas populares obtener conquistas sociales y políticas y, a la vez, espacios orientadores y realizadores.

15.- Comenzar por trabajos unitarios electorales abre la posibilidad de crear un amplio frente de fuerzas opuestas, que pueda llegar a englobar a todo un mosaico político ideológico, a los fines de que en el futuro el verdadero pueblo dominicano pueda participar efectivamente en el ejercicio del poder y de su democracia.

16.- Lo que se ha visto hasta ahora es que en el seno del pueblo dominicano hay hombres y mujeres con suficiente talento y honestidad, que morirán siendo muy serios y virtuosos, pero condiciones que para nada sirvieron al quehacer político y democrático del país.

Reflexiones finales

a.- Demuestra lucidez política quien va a tratar puntos sobre unidad programática, consciente de que las negociaciones no se desarrollan sin contradicciones, sin obstáculos ni dificultades a vencer. Los inconvenientes son previsibles, pero hay que elevarse sobre ellos y superarlos con inteligencia para lograr el acercamiento posible y deseado.

b.- El momento es para mujeres y hombres que, con visión democrática, vean nítidamente clara la necesidad de la unidad en base a puntos programáticos y no en reparto de cargos, para contribuir a la creación de bases firmes para una alianza futura de mayores proporciones.

c.- En la presente ocasión, ante las peculiares condiciones actuales, el político sagaz y realista, con orientación certera, ha de aplicar una táctica flexible, defendiendo sus ideas con audacia y sin claudicación, para lograr acuerdos programáticos que recojan, entre otros, puntos tales como estímulo del progreso económico, asegurar la ocupación a todas las personas aptas para el trabajo, defensa de los recursos naturales nacionales frente a los intereses extranjeros, elevar el nivel de vida de las masas trabajadoras, una política exterior independiente y de colaboración pacífica, el desarrollo del comercio con todos los países; adecentamiento de la vida pública y la creación de mecanismos para la instauración de instituciones funcionales. No importa lo dura y porfiada que sea la lucha por la unidad, lo importante es lograrla sin ceder en los principios.

d.- Las discrepancias son normales entre organizaciones políticas con posiciones ideológicas opuestas; las divergencias siempre están presentes por criterios subjetivos que agrietan la unidad, crean fisuras. Pero lo que debe primar es ponerse de acuerdo en lo que une, y no insistir en lo que separa y se convierte en fatal tropiezo.

e.- La práctica, la experiencia acumulada en el quehacer político aconseja que hay que comprender que la unidad supone la discusión, de donde resulta que en procura de llegar a acuerdos programáticos no hay que perseguir una polémica en términos agraviantes que pongan en peligro el proyecto unitario. Las ofensas crean irritación que dañan el buen ambiente que se necesita para llegar a puntos coincidentes.

f.- Para alcanzar un entendimiento en base a principios programáticos, aquellos que participan en el diálogo deben tener la plena libertad, con apego a la fidelidad de sus ideas, para actuar con nobleza, interés, consecuencia, pasión y optimismo.

g.- Si se acercan mutuamente diversas organizaciones políticas a los fines de acordar puntos programáticos a ejecutar en los marcos de un proceso electoral, las partes han de ir convencidas de que la unidad es posible y necesaria, independientemente de las discrepancias teóricas que surjan. En la negociación ha de primar el diálogo, la plática franca, la conversación respetuosa.

h.- En procura de avanzar por conquistas positivas para el pueblo, las fuerzas democráticas, en los encuentros por la unidad, en las negociaciones deben hacer suyas las ideas de Georgi Dimitrov, con relación a los frentes populares: a.-) Si están en mayoría, imponen sus puntos de vista; b.-) en igualdad de condiciones, discuten; c.-) si están en minoría, pura y simplemente, se funden.

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