Lo que se ve y se escucha espanta

Hace unos días, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos (CNEPR) hizo lo que no había hecho en mucho tiempo, suspender a dos presentadores de televisión que habían hecho “uso vulgar y soez del lenguaje, profiriendo palabras y expresiones&#82

Lo que se ve y se escucha espanta

Hace unos días, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos (CNEPR) hizo lo que no había hecho en mucho tiempo, suspender a dos presentadores de televisión que habían hecho “uso vulgar y soez del lenguaje, profiriendo palabras y expresiones&#82

Hace unos días, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos (CNEPR) hizo lo que no había hecho en mucho tiempo, suspender a dos presentadores de televisión que habían hecho “uso vulgar y soez del lenguaje, profiriendo palabras y expresiones groseras, vulgares, obscenas y discriminatorias, impropias para el uso público”. Dos amonestaciones contra los comunicadores Nelson Javier “El Cocodrilo” y Cristian Casablanca, amparadas en el poco usado Reglamento 824 de ley 1951. Y digo poco usado por los casos que se dan a diario, que dejan con la boca abierta no solo al público, sino también a reconocidos comunicadores que claman por una supervisión de lo que se ve y lo que se dice en los medios de comunicación. Aquellos que entienden que la libertad de expresión tiene un límite.

Sorprendió a muchos que la CNEPR actuara de manera tan efectiva y de prisa, ya que su accionar es a ritmo de tortuga cuando se trata de retirar de los medios, por ejemplo, las canciones vulgares, ya que las saca de los canales de difusión meses después de su estreno, cuando la gente está harta de escucharlas. Por eso no faltó quién entendiera que se amonestaron a los dos presentadores solo porque sus palabras y expresiones groseras y discriminatorias perjudicaban a una autoridad como el embajador de Estados Unidos, James Wally Brewster (en el caso de Nelson Javier), y al vástago de los exfuncionarios del gobierno Daniel Toribio y Altagracia Paulino: Pablo Toribio (en el caso del numerólogo Casablanca). Aunque no fuera así.

Estos dos casos no son aislados en los medios. Es una realidad latente en la radio y la televisión, tal y como lo dijo el mismo Nelson Javier, como forma de justificar su falta. “Pido perdón, pero todo el que escucha radio y ve televisión sabe que lo que he dicho se oye a diario”, Es así. Solo basta encender estos aparatos para encontrarnos con locutores que no tienen la mínima noción de lo que significa hablar por un micrófono o cuando colocan una canción que promueve la violencia o las drogas. Mucho menos lo entienden productores o presentadores que por lograr buen rating operan contra el respeto que merece el televidente.

Ojalá que estos acontecimientos sirvan para la reflexión, que la ley sea igual para todos y que la CNEPR esté más vigilante.

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Hace unos días, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos (CNEPR) hizo lo que no había hecho en mucho tiempo, suspender a dos presentadores de televisión que habían hecho “uso vulgar y soez del lenguaje, profiriendo palabras y expresiones groseras, vulgares, obscenas y discriminatorias, impropias para el uso público”. Dos amonestaciones contra los comunicadores Nelson Javier “El Cocodrilo” y Cristian Casablanca, amparadas en el poco usado Reglamento 824 de ley 1951. Y digo poco usado por los casos que se dan a diario, que dejan con la boca abierta no solo al público, sino también a reconocidos comunicadores que claman por una supervisión de lo que se ve y lo que se dice en los medios de comunicación. Aquellos que entienden que la libertad de expresión tiene un límite.

Sorprendió a muchos que la CNEPR actuara de manera tan efectiva y de prisa, ya que su accionar es a ritmo de tortuga cuando se trata de retirar de los medios, por ejemplo, las canciones vulgares, ya que las saca de los canales de difusión meses después de su estreno, cuando la gente está harta de escucharlas. Por eso no faltó quién entendiera que se amonestaron a los dos presentadores solo porque sus palabras y expresiones groseras y discriminatorias perjudicaban a una autoridad como el embajador de Estados Unidos, James Wally Brewster (en el caso de Nelson Javier), y al vástago de los exfuncionarios del gobierno Daniel Toribio y Altagracia Paulino: Pablo Toribio (en el caso del numerólogo Casablanca). Aunque no fuera así. 

Estos dos casos no son aislados en los medios. Es una realidad latente en la radio y la televisión, tal y como lo dijo el mismo Nelson Javier, como forma de justificar su falta. “Pido perdón, pero todo el que escucha radio y ve televisión sabe que lo que he dicho se oye a diario”, Es así. Solo basta encender estos aparatos para encontrarnos con locutores que no tienen la mínima noción de lo que significa hablar por un micrófono o cuando colocan una canción que promueve la violencia o las drogas. Mucho menos lo entienden productores o presentadores que por lograr buen rating operan contra el respeto que merece el televidente. 

Ojalá que estos acontecimientos sirvan para la reflexión, que la ley sea igual para todos y que la CNEPR esté más vigilante.

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