Anotaciones para (tratar de) juzgar una guerra

“Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos,que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”. Verso popular alusivo a la derrotadel rey godo Rodrigo…

“Llegaron los sarracenos
y nos molieron a palos,
que Dios ayuda a los malos
cuando son más que los buenos”.

Verso popular alusivo a la derrota
del rey godo Rodrigo en la batalla
de Guadalete (julio del año 711)

Uno

En su obra ‘An Historian’s Approach to Religion’, Arnold Toynbee señala que las tres religiones de epifanía surgidas de una raíz histórica común (el judaísmo, el cristianismo y el islamismo) se inclinan hacia el fanatismo y la intransigencia, esto es, se adjudican a sí mismas una validez definitiva.
Mientras los fieles de las religiones de la India reconocen las otras creencias, las tres religiones mencionadas son tan exclusivas que sus fieles a menudo consideran a las demás doctrinas como el producto del error, el pecado y la malicia.

Dos

Durante casi 200 años (de 1096 a 1291) los soldados del cristianismo, con cruces de tela zurcidas a las camisas, se lanzan a recuperar la Tierra Santa usurpada por los sarracenos. El Imperio Cristiano Bizantino de Alejo I, con el sustento del papa Urbano II en el concilio de Clermont, convoca a los ejércitos de la fe a desalojar los turcos islamitas selyúcidas de Jerusalén.

“Renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme”, es la arenga de Urbano II a la conmovida multitud arrodillada de milicianos de Cristo. “Deus le volt (Dios lo quiere)” será el grito de guerra de los ungidos combatientes.

Tres
El origen del islam es muy diferente al del cristianismo. Mientras los discípulos de Cristo fueron una minoría perseguida dentro de un Estado legal y socialmente organizado –el romano–, el islam fue, además de religión, el Estado y la ley que organizó una sociedad. Mahoma, al mismo tiempo que profeta, fue un gobernante que levantó un imperio.
Y el islam no sólo organiza y ordena lo espiritual y religioso, sino también lo político, lo social e incluso lo económico. Por eso la identificación de religión y poder ha quedado inscrita indeleblemente en la memoria de los musulmanes.

Cuatro

En el Oriente cercano palpitan las más fehacientes razones de guerra: (1) el encuentro hostil entre diferentes géneros y niveles de civilización, vinculados a los tres grandes núcleos religiosos monoteístas; (2) los antagonismos que internamente sacuden dichos grupos y, no menos importante, (3) la abundancia en la región de recursos naturales que escasean en la mayoría del planeta.

Cinco

El resurgir del islamismo puede explicarse como la alianza de tres grupos sociales bien distintos. El primer grupo está integrado por la juventud pobre y urbana, que, según cada país, representa entre el 40 y el 65 por ciento de la población. Son jóvenes frustrados, sin empleo y que no han conocido la colonización, lo que hace que centren su ira en el Estado postcolonial que no ha sabido resolver sus problemas. Es esta juventud la que comenzará a manifestarse en Argelia a partir de 1988 contra el estado de cosas entonces vigente.

El segundo grupo es una pequeña burguesía islamista emergente, pero que no tiene acceso al sistema político, tanto en los países que se dicen socialistas, donde el poder pertenece por lo general a los militares, como en los países monárquicos, donde son unas pocas familias las que disfrutan del poder. Esta pequeña burguesía, integrada por comerciantes o pequeños empresarios, no es revolucionaria pero quiere desbancar a los que ocupan el poder. No descenderá a la calle, pero financiará un movimiento político que fundamentalmente se apoyará en los desheredados.

Y el tercer grupo es el que ha proporcionado la ideología islamista. Son los jóvenes formados en las universidades estatales y que, a la vista del fracaso de las recetas occidentales, optarán por convertirse en ingenieros de un Estado que consideran perfecto: el Estado islámico. Esta alianza ha sido evidente en un país no árabe como Turquía, en el que el Partido del Refah (Bienestar), hoy ilegalizado, se convirtió en el brazo político de una pequeña burguesía emergente; y en Argelia, donde el Frente Islámico de Salvación (FIS) -el partido de los pequeños propietarios- pactó con los desheredados.

Seis

Lo ocurrido el 13 de noviembre en París sugiere razones e interpretaciones diversas. En primer término: una réplica a los violentos ataques aéreos franceses sobre las poblaciones controladas por el Estado islámico en Siria.
Pero el mapa de las lealtades en el Oriente próximo exhibe grietas múltiples y, por lo general, inestables y movedizas. Se ha visto a Irak, Afganistán e Irán favorecer sucesivamente la retórica islámica tercermundista, el rudo y expansivo discurso de Putin, o la prosopopeya vegetariana de Obama.

En tanto Arabia Saudita (inaudita, casi siempre) organiza las piezas de su ajedrez, habitado por alfiles y torres de oro rosáceo; e Israel, pequeño y recluido y hosco, respira con ajenos pulmones el aire liviano de la altura del Golán.

Siete

Talibán es el plural de la palabra persa “telebeh”, que puede traducirse como buscador de la verdad. Los talibán surgieron en 1994 de las escuelas coránicas (madrazas) de Kandahar (Afganistán) y Karachi y Lahore (Pakistán). Esta milicia estaba formada por jóvenes de confesión suní, mayoritaria en Afganistán, y fueron apoyados por Estados Unidos, Arabia Saudita y Pakistán en la guerra civil que siguió a la derrota soviética en 1989.

Los talibán respaldan una interpretación muy rígida del islam y se oponen a la inserción de la mujer en la vida social. Bin Laden, responsable de los atentados de Nueva York y Washington, formó parte de los grupos islámicos que en los años ochenta recibieron millones de dólares por parte de Estados Unidos para luchar contra las tropas soviéticas.

Ocho

El islamismo, también conocido como fundamentalismo o integrismo, es la politización, a veces distorsionada y fanática, del islam. Y, además, está el terrorismo islámico. El debate entre el mundo occidental y el musulmán ha existido desde los orígenes del islam, atrayéndose y repeliéndose según las circunstancias históricas.

Se han mirado siempre, pero nunca se han comprendido. Occidente teme el terrorismo y el fundamentalismo, pero necesita el petróleo depositado en el subsuelo islámico. Y los islamistas acusan a Occidente de ser hostil a su cultura, de respaldar a Israel, al que consideran un intruso en su tierra, y de proteger a los regímenes corruptos y antidemocráticos que controlan la inmensa arcada musulmana.

¿Será posible un entendimiento o, por el contrario, los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y del 13 de noviembre en París amenazan con refrendar la tesis maniquea de Huntington sobre un choque de civilizaciones?

El islam, que es plural y diverso, no es sinónimo de terrorismo. Pero, ¿qué es, entonces, el islamismo?

Nueve

Si la historia del siglo XX fue un ejemplo de cómo el vacío de referentes abre espacio, inevitablemente, a cualquiera que aparezca con un pensamiento más o menos fuerte –aunque sea la peor de las ideologías–, lo cierto es que el pensamiento débil y la flojera de espíritu que arrasa Europa es el caldo de cultivo idóneo para el Islam más radical.

El futuro europeo, se quiera o no, está en la fe y no en una cultura de la nada, del vacío, de la libertad sin límites y sin contenido, del relativismo o del escepticismo vendido como conquista intelectual, como parece ser la actitud fundamental en los pueblos de Europa.

Si a todo esto añadimos que España está enferma, en los últimos tiempos, de tolerancia, de sonrisa fácil y de mirada acrítica, la llegada descontrolada de inmigrantes y la influencia cada vez mayor del fundamentalismo hará que nuestro país, verdaderamente, se convierta en algo distinto de lo que siglos de historia han conseguido, muy lejos del deseo de millones de españoles que van a sufrir cómo se dilapida su patrimonio cultural. (Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia).

Diez

El islam, lo mismo que el calvinismo, una vez liberado de su lastre de intolerancia, hallará de nuevo la inspiración que hizo de él una de las civilizaciones fundadoras de la ciencia, del refinamiento y de la elegancia. Se convertirá en un potente motor del desarrollo mundial. (Jacques Attali, Diccionario del siglo XXI).

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