¡Solidaridad!

Las tragedias, los accidentes impactantes y la sangre de inocentes derramada por culpa del odio, nos llegan desde que suceden en cualquier parte de mundo. Casi nos hemos acostumbrado. En ocasiones, colocamos en nuestros muros algún mensaje de solidaridad

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Antes de iniciar una breve gira por Estados Unidos, el merenguero Fernando Villalona visitó en el hospital a su colega Benny Sadel, quien hace pocos días salió de cuidados intensivos. “El Mayimbe” le pidió a todo el pueblo dominicano que siga&#823

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La República Dominicana ocupa un lugar importante en el mapa del narcotráfico, como tránsito de drogas hacia los países con grandes consumidores, lo que sugiere una presencia de criminales internacionales en el país.La República…

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Yuri Antonia Padilla es una dama que carga con la trágica secuela de la violencia del hombre contra la mujer. El pasado viernes vimos una imagen desgarradora de ella, con un brazo cercenado por completo y una mano diezmada casi por completo, a consecuenc

Las tragedias, los accidentes impactantes y la sangre de inocentes derramada por culpa del odio, nos llegan desde que suceden en cualquier parte de mundo. Casi nos hemos acostumbrado. En ocasiones, colocamos en nuestros muros algún mensaje de solidaridad con las víctimas. Hoy, esa solidaridad, debemos dirigirla a la República Dominicana, a nosotros mismos, con la salvedad de que debe también traducirse en hechos.
Quizás algunos no se hayan percatado de los graves problemas causados por las recientes lluvias que azotaron especialmente a la región del Cibao. El drama que se observa es aterrador, con miles de personas incomunicadas, donde no se sabe su situación, aunque de seguro están necesitadas de lo básico para subsistir.

Cuando el agua cese, cuando los ríos vuelvan a su cauce, cuando el sol asuma de nuevo su reinado, veremos una cruda realidad de dolor y destrucción, quizá inimaginable. Hasta ahora las lamentables muertes ocurridas han sido mínimas con relación al desastre, como si un ser superior nos hubiera protegido. Observé vídeos con viviendas derrumbándose, carreteras que se hundían, barrios donde sólo se veía agua y lodo… Y la gente, gracias a Dios, sobrevivió.

Eso sí, las pérdidas económicas son de grandes proporciones para una nación pobre como la nuestra. No son pocos los edificios, escuelas, casas, comercios y vías de comunicación que quedaron inservibles. Murieron, además, miles de reses, cerdos, chivos y gallinas.
Pero, sin dudas, el mayor perjuicio lo sufrió la agricultura, justo en la zona más fértil del país. Todavía se desconocen los efectos que esto tendrá en la alimentación de nuestro pueblo, en el precio de esos productos que de seguro por un tiempo serán escasos, en la quiebra de cientos de agricultores… en fin, la tarea para rescatar nuestra producción agrícola será titánica.

Debemos reconocer que las autoridades y los organismos de socorro han trabajado para salvar vidas y, en lo posible, atenuar los daños materiales. No han descansado. El jefe de Estado y varios de sus ministros han estado presentes en zonas afectadas, llevando soluciones inmediatas a su población.

Enarbolo un término que nos define: solidarios. Y lo hemos demostrado aquí y más allá de nuestras fronteras. Dicen que ayudar a los demás es ayudarse a sí mismo. Seamos solidarios, que los desplazados por las inundaciones lo requieren. Muchas instituciones reconocidas están recibiendo donaciones de agua potable, alimentos, ropa y medicina, con centros de acopio bien organizados.

Demos algo, entreguemos algo, que eso puede ser la diferencia entre la salud y la enfermedad de un hermano, o tal vez entre su vida y su muerte. Recordemos que la solidaridad es un principio universal, que además enaltece nuestra condición humana. 

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Antes de iniciar una breve gira por Estados Unidos, el merenguero Fernando Villalona visitó en el hospital a su colega Benny Sadel, quien hace pocos días salió de cuidados intensivos. “El Mayimbe” le pidió a todo el pueblo dominicano que siga orando por su salud. “En el nombre de Dios saldrás sano, Amén”, escribió Villalona en sus redes sociales. 

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La República Dominicana ocupa un lugar importante en el mapa del narcotráfico, como tránsito de drogas hacia los países con grandes consumidores, lo que sugiere una presencia de criminales internacionales en el país.

La República pasó de tránsito a país consumidor, porque según los organismos de persecución del crimen, los traficantes pagan a sus socios locales con drogas que van al micro tráfico.

Hemos visto que los narcotraficantes no sólo penetran los organismos de seguridad, sino que en algunos casos sus responsables terminan involucrados directamente en el ilícito: El escándalo de la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía es bien ilustrativo.

Es decir, que el crimen organizado es parte de la cotidianidad y su alcance no tiene límite. Quienes participan en el mismo no se bastan con el dinero espurio. Quieren también silencio e impunidad.

Por eso vemos que allegados y familiares sienten que pueden pretender imponer el silencio. Las amenazas de que fueron objeto reporteros del periódico El Día de parte de parientes de imputados por un cargamento de 960 kilos de cocaína en Higüey se inscriben en esa actitud.

Aunque la sociedad dominicana ha visto y sufrido la capacidad que el crimen organizado tiene para desatar la violencia, como ocurrió recientemente durante el intento de asalto en la cárcel de Najayo, los sucesivos asesinatos por cuenta de narcotraficantes, los crímenes de la banda de Figueroa Agosto, y en el pasado más lejano, la matanza de Paya, Baní, y otros tantos hechos que jamás se han esclarecido, todavía no se sabe hasta dónde puede llegar.

Que se envalentonen con la prensa no sería extraño. Otros países sufrieron situaciones que nadie desearía ver.

Por ello, las amenazas contra los reporteros del periódico El Día no pueden dejarse como un simple enfado de familiares. Son amenazas al ejercicio de la libertad de expresión. Merecen un fuerte repudio.
Nuestra solidaridad con los compañeros de El Día.

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Yuri Antonia Padilla es una dama que carga con la trágica secuela de la violencia del hombre contra la mujer. El pasado viernes vimos una imagen desgarradora de ella, con un brazo cercenado por completo y una mano diezmada casi por completo, a consecuencia de la furia que descargó con un machete su antiguo compañero. Ella está pidiendo generosa solidaridad para tratar de alcanzar algún grado de rehabilitación. Ella está disminuida para trabajar y sus dos hijos han quedado en un albergue. El padre agresor sufrió un derrame cerebral después de agredirla y guardia prisión domiciliaria. Ella clama por ayuda.

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Cuando nos la devuelven con traición y engaño, nuestra reacción inmediata es abjurar de la solidaridad. “Nunca más haré un favor”, proclamamos heridos. Renunciar a la solidaridad nunca será buena respuesta; cerrarse a dar la mano endurece el alma. Además, recibe quien da. Me lamentaba de haber sido solidaria con quien demostró no merecerlo, cuando me saludó alguien que tiempo atrás me prestó una ayuda invalorable. La coincidencia me sacudió y me propuse en lo adelante enfatizar en la maravilla de que muchas veces he sido apoyada por gente buena y servicial, por lo que el mal obrar de personas inescrupulosas no debe incitarme a abstenerme de serlo yo también. La solidaridad siempre engrandecerá.

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