“Me gusta escribir de cosas que he observado de cerca”

La Galería de Arte Nader se convirtió en el punto de encuentro literario para la presentación de los libros: “Algo que nunca debió pasar” y “Hombres sin suerte”, autoría del escritor de origen vasco Juan Manuel Velázquez Gardeta, quien&#8230

La Galería de Arte Nader se convirtió en el punto de encuentro literario para la presentación de los libros: “Algo que nunca debió pasar” y “Hombres sin suerte”, autoría del escritor de origen vasco Juan Manuel Velázquez Gardeta, quien además de escritor, es profesor de derecho Internacional Privado en la Universidad del País Vasco, periodista y colaborador en revistas literarias.

Nos causa curiosidad los títulos de las obras recientemente presentadas en Santo Domingo, ¿por qué “Hombres sin suerte” y “Algo que nunca debió pasar”?
Me cuesta mucho encontrar un título idóneo. Sin embargo, se puede decir que estos dos me vinieron solos cuando terminé cada una de las novelas y creo que se adaptan bien a lo que se cuenta en ellas. En el primer caso, la novela cuenta las peripecias de tres hombres desafortunados. Me da la impresión de que hay gente que ha tenido mala suerte en la vida; yo, al menos, no encuentro otra manera de explicar la situación en que se encuentran. En “Algo que nunca debió pasar” se mezcla ficción y la realidad. Son varias historias en una, con el trasfondo de la situación política del País Vasco de los últimos años como contexto.

Tenemos entendido que no son sus únicas publicaciones, ¿cuáles otras se suman a la lista?
En 2006 publiqué “Secundarios de lujo”, un libro de relatos dedicados a la gente corriente que circula por la vida sin heroísmos, haciendo lo que puede, como la mayoría de las personas que viven en este mundo. Los tres últimos relatos del libro son de corte negro. Es un género que no ha proliferado tanto como la novela –al menos en España- y, sin embargo, ofrece grandes posibilidades para captar momentos esenciales de las vidas humanas. A esto se suman otras publicaciones, fundamentalmente en revistas especializadas.

¿Cómo es que decides ajustar “Algo que nunca debió pasar” a una época tan particular para su ciudad de origen, como es el caso del fin del franquismo y el impacto de la ETA?
Por un lado, me gusta escribir de cosas que conozco, que me han sucedido o que he observado de cerca. Cuando Franco murió, yo tenía diez años; mi adolescencia coincide con la transición política. Los años setenta y ochenta fueron una época muy atractiva y terrible al mismo tiempo. Fueron años de libertad o, mejor dicho, de ansias de libertad, donde la gente pensó que todo era posible, que un horizonte de posibilidades se abría en todos los terrenos.
Al mismo tiempo, en el País Vasco, se desarrolla un período de terror donde la banda terrorista ETA intenta imponer su voluntad asesinando, secuestrando y amedrentando. Hubo años, como 1980, donde la cifra de muertos se acerca a los trescientos. La policía no estaba preparada y los políticos no diseñaron una estrategia acorde a la gravedad del problema. Esa policía enfrenta la situación con métodos anticuados, sin sentirse nunca cómoda ni aceptada por los sectores nacionalistas que apoyan a ETA o que la prefieren incluso.

Son años brutales, crueles, donde la propia policía cometió tropelías injustificables y donde la infamia de algunos políticos permitió –en alguna medida- que ETA siguiera matando y llevando la iniciativa en la política.

Ahora, cuando ETA ha dejado de matar y el problema del terrorismo ha concluido para la mayoría de la gente de este país, algunos se empeñan en construir un relato de los hechos que rebaje la culpa de los terroristas, presentándolos como jóvenes equivocados que luchaban contra la opresión española. Así que mi novela es una forma de contar la historia de una manera que me convenza y sea acorde a lo que yo viví. Sin grandilocuencias, pero dejando negro sobre blanco mi visión de los hechos.

¿Cómo el conflicto de la ETA afecta la forma en que el individuo percibe la sociedad?
El terrorismo de ETA y el discurso nacionalista condicionó todo en este país. Aún sigue condicionándolo salvo que lo ignores totalmente. Es un discurso victimista que busca agravios y ofensas donde no las hay, donde no existen, al objeto de dividir a la sociedad –en nacionalistas y no nacionalistas- y enfrentarla.
En el País Vasco conviven dos culturas desde hace tiempo y esa es la mejor manera de seguir. No hay que buscar formas de enfrentar a vascos y españoles, cuando muchos de los habitantes de este país ni siquiera se habían planteado jamás si eran uno o lo otro.

Correspondió al poeta dominicano Juan Hernández Inirio presentar los títulos “Hombres sin suerte” y “Algo que nunca debió pasar” ambos entregados al público en la Galería de Arte Nader, ¿qué impresiones pudiera compartir de la interpretación que se realizó sobre su narrativa?
Creo que las palabras de Juan recogen perfectamente lo que se cuenta en esas novelas. Para mí fue un placer escucharle y una enorme satisfacción comprobar que, a tanta distancia de mi país, alguien puede captar de manera milimétrica todo lo que en la novela se cuenta en todos sus matices. Fue emocionante y me conmovieron muy sinceramente sus palabras porque, además, estoy convencido que para un escritor hay pocas propuestas más estimulantes que compartir impresiones sobre sus obras. Le estoy muy agradecido.

Objetividad
Mi novela (Algo que nunca debió pasar) es una forma de contar la historia de una manera que me convenza y sea acorde a lo que yo viví.”

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