Hayek

Para la escuela austríaca del pensamiento económico, ningún gobierno puede ser más sabio que el mercado. Esta escuela ejerce una gran influencia entre intelectuales y emprendedores británicos y norteamericanos, pero brilla por su ausencia en…

Para la escuela austríaca del pensamiento económico, ningún gobierno puede ser más sabio que el mercado. Esta escuela ejerce una gran influencia entre intelectuales y emprendedores británicos y norteamericanos, pero brilla por su ausencia en los países que siguen “ilusionados” con la idea de un Estado protector.

Entre sus exponentes más destacados, está el premio Nobel Friedrich von Hayek. Este economista pensaba como sigue:

-El Estado debe existir, pero limitarse a facilitar la iniciativa individual, que es la verdadera creadora de prosperidad y empleos.

-Solo los individuos saben qué valor darle a los bienes y servicios, según sus preferencias. Al dejarlos interactuar en el mercado, estas preferencias se reflejan en los precios. Si un gobierno interviene en la fijación de los mismos, hará un pésimo trabajo, porque es imposible que pueda interpretar la subjetividad de tanta gente.

-Cuando se garantiza un mercado libre, los precios de las cosas “dicen la verdad” sobre su valor económico. Esto es, mandan la señal correcta para que la gente decida bien. Pero cuando el gobierno interviene, distorsiona esta capacidad de informar, y por eso se producen las crisis. (La del 2008, por ejemplo, ocurrió porque se mantuvieron unas tasas de interés artificialmente bajas: la gente se alocó haciendo inversiones disparatadas, y al final la burbuja explotó).

-Los ciclos económicos son parte esencial de la historia (como las épocas de vacas flacas y gordas de cualquier hogar ). Hay que confiar en la capacidad de la gente de reinventarse en un momento de depresión. Si el Estado interviene con la “buena intención” de arreglar las cosas, no hará más que empeorarlas.

Los indignados de nuestros tiempos deberían leer a Hayek. Lo que piden es lo contrario a sus enseñanzas: más intervención, más control y más deudas e impuestos para financiar la pereza de muchos. Y así se va entrando en un círculo vicioso de empobrecimiento progresivo. Paradójicamente piden lo mismo que ha provocado su indignación. Cigarrillos para curar el cáncer.

Pero no leen a Hayek. Ni les interesa.

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