Amor por los haitianos

Haitianos en los arrozales, en los platanales, en los cafetales, en los cañaverales, haitianos en todas las fincas. Haitianos en la construcción, en los hoteles, en las escuelas, en las universidades. El jueves 16 de julio personal de elCaribe visitó&#

Haitianos en los arrozales, en los platanales, en los cafetales, en los cañaverales, haitianos en todas las fincas. Haitianos en la construcción, en los hoteles, en las escuelas, en las universidades. El jueves 16 de julio personal de elCaribe visitó la biblioteca Octavio Antonio Cardenal Beras Rojas de la Universidad Católica de Santo Domingo y de nueve estudiantes que en horas de la mañana estaban en la antesala de la misma, 8 eran de nacionalidad haitiana. Los estudiantes haitianos están matriculados en todas las universidades, en las caras y las de tarifas más económicas.

Haitianos en los barrios de la capital, en los pueblos y los municipios. Los haitianos acudieron esta semana masivamente a los centros de documentación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros. Hicieron filas en orden. Al lado, un grupo de dominicanos levantaban pancartas que decían: “No aguanto más: Fuera la OEA”; “Por la verdad levantamos nuestra bandera: no intromisión de la OEA”. Repudiaban a la OEA. Respetaban a los haitianos.

Haitianos en la frontera. Haitianos en los mercados binacionales. Haitianos a cargo de la seguridad en edificios de apartamentos y barrios de las ciudades; haitianos trabajan con iguales derechos que los dominicanos en diversas empresas.

Durante toda esta campaña, no hay un solo reporte de agresiones en contra de ciudadanos haitianos. Sí hemos visto, a todo lo largo de la historia, trifulcas vecinales entre haitianos y dominicanos, y algunas hostilidades momentáneas, pero no más.

Somos los dominicanos quienes estamos sometidos a prueba, con medio millón de indocumentados haitianos: vivir con ellos, compartir con ellos, acompañarlos, reconocerlos y valorarlos en sus fortalezas y debilidades, con todo y nuestros prejuicios; también con manifiesta tolerancia.

Hemos mostrado, fehacientemente, un gran amor por los haitianos, por Haití. No tenía que ocurrir el horroroso terremoto de 2010 para que destellara ese cariño. Convivimos con ellos desde siempre, aún en medio de los aciagos momentos que muchos sufrieron en los tristes días que una mente enferma decretó la matanza de 1937.

Superado ese baldón, lo que siempre hemos brindado a los haitianos es amor y solidaridad, pese a la temeridad y el fanatismo de sus más altas autoridades.

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