En el Centro Cultural Mirador II

De forma muy decidida tomamos, la mañana del miércoles, la iniciativa de visitar la “Serie Onírica” del maestro Amable Sterling. Hicimos lo que nunca antes, salir desde casa sin aviso previo al Centro Cultural Mirador Santo Domingo. Cuando…

En el Centro Cultural Mirador

Desde hace varias semanas hemos estado a la expectativa en relación a la puesta en escena de los trabajos del maestro Amable Sterling en las salas del Centro Cultural Mirador Santo Domingo. Curiosamente, no pudimos asistir a la inauguración el pasado&#8

En el Centro Cultural Mirador

Desde hace ya varios días, los que acostumbran a visitar el Centro Cultural Mirador Santo Domingo, pueden disfrutar de una interesante muestra en la que se registran tomas idealizadas de la naturaleza que predomina en la República Dominicana.

De forma muy decidida tomamos, la mañana del miércoles, la iniciativa de visitar la “Serie Onírica” del maestro Amable Sterling. Hicimos lo que nunca antes, salir desde casa sin aviso previo al Centro Cultural Mirador Santo Domingo. Cuando llegamos es como si todas las obras estuvieran esperándonos de manera especial. A nuestro modo de ver necesitaban transmitirnos algunos secretos guardados. Así que tan pronto tuvimos la oportunidad de estar ahí, se produjo un encuentro íntimo, porque los enigmas estaban a flor de piel.

Pudimos apreciar con detenimiento los detalles, motivos e inscripciones que integran las piezas. Además del dibujo, que en Amable Sterling es muy sopesado, la luz es uno de los aspectos formales más relevantes en las piezas, revistiéndolas de un aura que promueve un ambiente celestial. En ocasiones tienes la impresión de que los cuerpos están atrapados en una dimensión que escapa al mundo de los vivos, al tiempo de que coexiste con un plano en el cual las poses nos descubren y nos muestran tal y como somos.

Las veladuras no escapan a la composición y pareciera que el artista tiene un marcado interés por las formas inacabadas. Ciertamente existen elementos o formas corporales que se repiten. Por citar un ejemplo, la imagen del perro es muy recurrente, a veces en una pose muy cómoda y, otras, con una actitud de disimulo.

La figura humana es bastante equilibrada revelando un estudio anatómico impresionante, pero casi siempre el rostro sólo aparece sugerido y, por qué no: “Arropado” conjuntamente con el cuerpo. Se trata de una muestra muy particular la que presenta el maestro Amable Sterling y, sobre todo, que atrae al público por la luminosidad que integra cada pieza. Pero más aún, por los diálogos que suscitan.

Pues es muy probable que el subconsciente sea el móvil concreto para desencadenar una serie de historias, que bajo la impronta “Onírica”, despierten la sátira sobre una realidad latente en nuestro medio y que nos esforzamos en maquillar queriendo ser “diplomáticos”, cuando lo que somos es perfectos hipócritas en la fiesta de la vida.

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Desde hace varias semanas hemos estado a la expectativa en relación a la puesta en escena de los trabajos del maestro Amable Sterling en las salas del Centro Cultural Mirador Santo Domingo. Curiosamente, no pudimos asistir a la inauguración el pasado miércoles 24 por compromisos impostergables asumidos con anterioridad, pero nos cuentan que se trató de un evento que concitó la atención de un gran público.

En esta entrega, no nos detendremos en aspectos formales, sino en la publicación de la semana próxima. Más bien, es nuestro deseo compartir algunas visiones generales en torno a la labor artística de este inusitado creador y el impacto que han tenido en nuestro proceso de formación. Pues bien, la primera vez que tuvimos noticias del maestro Sterling nos encontrábamos en la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo donde empezamos nuestras investigaciones sobre la producción visual de Clara Ledesma. En ese momento poco conocíamos del arte dominicano, ya que apenas empezábamos a adentrarnos en el mundo del arte.

No es un secreto que el grado que ostentamos deviene como una oportunidad producto de las circunstancias, ya que en nuestro natal Santiago Rodríguez llegaban o llegan pocas noticias sobre lo que pasa en nuestro país en materia de artes visuales. De manera que cuando tuvimos ante nuestros ojos aquel mural impresionante en la fachada de la referida biblioteca, de inmediato preguntamos por su autor y nos sentimos interesados por conocer más sobre su obra.

Es de ese modo que emprendemos una intensa labor compilatoria sobre la vida y obra de Amable Sterling y, al parecer el destino se encargó de unir nuestros caminos, pues una tarde cualquiera de junio, hace ya cinco años, el señor Francisco Nader nos llama para solicitarnos participar en FIARTE –Feria Internacional de Arte- en su primera edición y para nuestra sorpresa, el tema central de esa entrega era precisamente la obra del maestro Sterling. A partir de ese momento empezaron a suscitarse encuentros más seguidos e incluso las visitas a su Casa-Taller, espacio mediante el cual la obra se percibe desde la calidez del ser humano en un entorno que además de familiar, es también sublime. Continuará.

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Desde hace ya varios días, los que acostumbran a visitar el Centro Cultural Mirador Santo Domingo, pueden disfrutar de una interesante muestra en la que se registran tomas idealizadas de la naturaleza que predomina en la República Dominicana.

Pues resulta que con una visión fotográfica y a la vez paradisíaca, Eduardo Rodríguez se apropia de escenas del día a día y las plasma en sus cuadros.
Olvidándose del ente humano, este artista redibuja los espacios que más llaman su atención y los convierte en postales que enriquecen no sólo la vista, sino también la memoria y el alma.

Al estar frente a cada una de las obras, es como si ante nosotros se abriese un inmenso portal que nos transportara a otro sitio, en el que la realidad permanece tendida en el pensamiento, dando paso a una imaginación inagotable que nos mantiene cautivo.

Será el verde en sus múltiples tonalidades el color que mejor le sirva a este creador para dar riendas sueltas a sus configuraciones, creando una dimensión espacial que nos hace suponer un más allá del cuadro. Y en efecto, Rodríguez consigue dirigir la mirada hasta perderse entre los planos progresivos que conforman el área en que se producen los efectos que ha logrado transmutar con su pincel.

Nos sorprende que a pesar de que el artista ha escogido como morada la tierra de Jarabacoa, espacio que ha inspirado buena parte de las obras que podrán disfrutar en el Centro Cultural Mirador Santo Domingo, en esta muestra aparece una pieza muy particular intitulada “Urbanismo” que rompe completamente con el conjunto, pese a que Eduardo Rodríguez se las ingenia para establecer cierto equilibrio entre los edificios de la creciente ciudad de Santo Domingo, los árboles alrededor de las dinámicas construcciones y, por supuesto, una panorámica del inmenso Mar Caribe.

No dejen de asistir a esta exhibición en la que además se encontrarán con un catálogo que conserva un enriquecido texto del especialista Abil Peralta Agüero.

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