La enseñanza de la lectura como proceso

La lectura constituye un uso concreto de la lengua. Al ponerla en práctica, el estudiante se encuentra inmerso en un proceso de interacción social, pues siente la necesidad de expresar sus intereses, comunicar sus ideas, externar deseos y sentimientos.&

La lectura constituye un uso concreto de la lengua. Al ponerla en práctica, el estudiante se encuentra inmerso en un proceso de interacción social, pues siente la necesidad de expresar sus intereses, comunicar sus ideas, externar deseos y sentimientos. Leer es comprender, es interactuar con un texto. No es simplemente decodificar un texto y tener fluidez y rapidez en la lectura, como se creía antes. Leer es relacionarse, intercambiar.

Tiene que haber en la lectura una interacción entre el emisor y el receptor. El lector aporta a esta interacción una serie de procesos mentales, y el escritor, a través del texto, aporta una serie de procedimientos que constituyen pistas y claves que ayudan a interpretar el contenido.

Los maestros suelen decir que los alumnos no entienden lo que leen. No se dan cuenta de que eso sucede por falta de motivación o porque no se ha aplicado la metodología adecuada. Esa falla ha dado origen a concepciones erróneas acerca de la comprensión. Uno de los errores más frecuentes es que los profesores elaboran cuestionarios en los que solo les preguntan a los estudiantes lo que está en el texto, no lo que el autor ha dejado dicho sin decirlo. Solo si se les enseña a deducir, inducir e inferir, podrán los alumnos comprender los textos y aprehender los contenidos.

Se han efectuado numerosas investigaciones sobre la comprensión lectora y la interpretación de los textos. Los resultados muestran que la lectura no es una acción mecánica, como se había venido realizando. Practicarla de esa manera lleva a los alumnos a convertirse en analfabetos funcionales.

Para aprender a leer, el alumno debe ir estructurando significados y construyendo sentidos, para lo cual debe basarse en los conocimientos previos, los aprendizajes sobre la lengua y los conceptos y en el conocimiento de las claves lingüísticas y textuales contenidas en el escrito.

El alumno no es un ente pasivo que solo recibe información, sino un ente activo que tiene diferentes intenciones de lectura, procesa la información que recibe del texto, aporta conocimientos y formula preguntas que lo conducen a la interpretación o exégesis del texto.

Las pistas que puede proporcionar un texto para interpretar mejor su contenido son la coherencia, la cohesión, el léxico y otros recursos de la lengua, como los tiempos verbales, las clases de palabras predominantes y las reiteraciones.
Las claves del texto son las desinencias verbales y los conocimientos escriturales previos que le permiten al lector distinguir los tipos de textos y sus formatos, soportes, paratextos, superestructuras y funciones, además del contenido genérico y características de las tramas.

Leer es construir sentidos mediante la interacción entre el lector y el autor a través del texto, para lo cual se ponen en ejecución los conocimientos previos o esquemas mentales, que ayudan a identificar las marcas o claves que caracterizan al texto.

Según las funciones asignadas, la lectura se puede clasificar en lectura ostentosa, que es la que conduce a leer el libro de moda, lectura utilitaria, que se utiliza para buscar información, lectura cognitiva, ligada al deseo de comprensión más que a la mera información, lectura de distracción, la que se hace con miras a la relajación, lectura de evasión, que busca un mundo imaginario, lectura literaria para el goce estético, y lectura reflexiva, que se hace para la formación del pensamiento.

Insisto en que para tener éxito en la lectura, el lector debe utilizar sus conocimientos previos, pues ellos le permiten aplicar algunas estrategias sobre el texto, como son la predicción, la inferencia, la verificación de hipótesis y la corrección. Si un lector tiene conocimiento de los sistemas de enunciación de su lengua puede interpretar mejor las claves que recibe en el escrito y reconocer las marcas que indican las distintas voces que se presentan en él, lo que se conoce como polifonía.

La competencia textual incluye la capacidad para comprender textos ajenos. Consiste en poder distinguir entre un texto y un conglomerado de frases. Esa competencia permite ejecutar sobre el texto operaciones de paráfrasis, segmentaciones, resúmenes y síntesis. El lector debe tener habilidad para reponer conectores ausentes, pues estos muchas veces se convierten en obstáculos para la compresión.

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