Una discusión sobre ética, moral y corrupción

Aspectos externos e internos determinan el deseo, en una lucha cuyo resultado empujará la acción o inacción del sujeto.

Aspectos externos e internos determinan el deseo, en una lucha cuyo resultado empujará la acción o inacción del sujeto.La representación de “la cosa” en la mente del actor, en relación al grado de placer y a la intensidad y duración que ésta le proporcionaría, será básica en la resolución que tomará el agente.

Es decir, el resultado dependerá de estas premisas: la capacidad desiderativa del sujeto y la representación del objeto.

Ahora bien, el principio de autonomía de la voluntad, pero más aún el “conocimiento de la felicidad se basa sobre todo en datos empíricos y cualquier juicio a este respecto depende sobremanera de la opinión de cada cual” (Kant: Crítica de la razón práctica, 126).

Quiere esto decir que el hombre es dueño de sus actos. Claro, podrá haber valoraciones distintas dependiendo de los intereses o de la formación del actor u opinante. Incluso el político corrupto podrá considerarse a sí mismo o hasta creerse de verdad ser “una persona prudente por haber enriquecido mis cuentas” y no como “un indigno, aun cuando me haya llenado los bolsillos” (Kant: 129), agregamos, con los fondos públicos.

La inversión de valores en el país hará al corrupto suponerse virtuoso, más allá del acto de corrupción “en sí mismo”. Más la práctica político social de la corrupción no justifica el acto, pues “la voluntad es pensada como independiente de las condiciones empíricas” (Kant: 116): usted decidió ser corrupto, pague por ello.

Obviamente la política nacional no ha sido una “ciencia noble” como decía Duarte, sino una praxis alejada del campo de la moral, como comportamiento, y de la ética, como disciplina. Hienas y carroñeros han dominado la estepa.

Por esta razón debemos luchar por hacer transparente el manejo de los fondos públicos y empoderarnos para poder fiscalizarlos mejor y exigir su correcto uso, lo cual influirá en la toma de decisiones de los actores políticos en beneficio de las mayorías nacionales, o debería ser así.

Por esto la discusión sobre ética y moral siempre será importante. Sin satanizar en la discusión el pragmatismo de corte político, esgrimido como noción válida de la acción por aquellos que son éticamente cuestionados, lo cual ayudará al análisis objetivo, permitiéndonos al final una mejor lectura de la realidad.

Además, es probable que tengamos una confusión teórica y este pragmatismo político sea una deformación nacional, o una lectura mala e interesada, de “el fin justifica los medios” en la que se escuda el corrupto.

Más, lo importante es empezar una discusión sobre ética, moral y corrupción. Kant podría ser un punto de partida para estas reflexiones.

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