Una o dos más es lo de menos

En el curso de la reforma que se conoce en el Congreso, hay un aspecto que ha llamado la atención. Es de hecho un aspecto marginal asociado al pacto político, cuyos términos aún se desconocen, entre el partido en el poder y el Partido Revolucionario&#

En el curso de la reforma que se conoce en el Congreso, hay un aspecto que ha llamado la atención. Es de hecho un aspecto marginal asociado al pacto político, cuyos términos aún se desconocen, entre el partido en el poder y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), sus legisladores y Miguel Vargas Maldonado.

Nos referimos a la posible creación de dos provincias en el Gran Santo Domingo. Se habla de que una decisión como ésa violaría la Ley de Registro Electoral No. 55-70, que en su artículo 18 establece que las divisiones, demarcaciones y denominaciones no podrán ser modificadas, sino un año antes de las próximas elecciones.” Las del 2016 serán el 15 de mayo.

Ese aspecto quizás sea lo menos, porque quienes tienen el poder para decidir por sí solos los destinos de la Nación, su Carta Magna y las leyes, sólo tendrían que gastarse unas horitas y modificar esa Ley. Es como mover una paja, si se toma en cuenta cómo han procedido para tomar una decisión mayor, la reforma de la Constitución de la República. Quienes deseen pueden pasarse la vida discutiendo la procedencia de crear dos nuevas demarcaciones territoriales.

Lo que debe importar, y sin embargo pocos desean verlo, es que se acomode la carta fundamental a petición del órgano de un partido único, como en los sistemas totalitarios, que se “amarre” a los legisladores y se domestique a un partido político que se conocía como opositor y que hizo historia en base al antirreeleccionismo, porque entendía que el continuismo era perjudicial para la vida de la República.

La reforma de la Constitución debía ser, en un sistema verdaderamente democrático, la más elevada expresión del consenso. Se hace por mayoría extraordinaria, abrumadora, pero ha sido por imposición de un grupo sobre otro, en un partido primero, y luego en la sociedad. Ese no es el modelo más adecuado para propiciar una reforma democrática.

La regla universal de las reformas constitucionales es el consenso, el diálogo, la participación, y al final, la negociación conveniente a los actores políticos y a la sociedad.

Que haya una o más provincias, es lo de menos.

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