El feminicidio, la violencia y los ciudadanos

El término feminicidio, es lo que en lingüística se denomina un neologismo o palabra nueva que aparece en un idioma, que satisfacen una necesidad de definición. Se trata del asesinato de mujeres por razones de género, por ser mujer, actos de…

El término feminicidio, es lo que en lingüística se denomina un neologismo o palabra nueva que aparece en un idioma, que satisfacen una necesidad de definición. Se trata del asesinato de mujeres por razones de género, por ser mujer, actos de violencia extrema contra el sexo femenino. Fue utilizado por vez primera, por Diana Russell, prolífica escritora y feminista, surafricana, radicada en Estados Unidos, receptora de múltiples reconocimientos. Ocurrió en 1976 frente al Tribunal Internacional sobre los crímenes con la mujer, en Bruselas. Junto con Jane Caputi, profesora universitaria, redefinieron el término como “el asesinato de mujeres, por hombres motivados por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres”. En nuestro patio la práctica del asesinato de mujeres por asuntos pasionales, ha adquirido la dimensión de “epidemia”, que afecta a un creciente número de hombres violentos. Sujetos que expresan su frustración con la muerte de “ella” y casi siempre la propia, bajo el principio machista de “o mía o de nadie”. Crece el número de huérfanos por esta causa, a la vez que el dolor de familias que ven frustrado el destino de una hija, hermana, pariente, por la cobarde acción de una bestia, que había dado muestras repetidas de sus tendencias.

Se trata de explicar este aberrante comportamiento, lo mismo que los “hacedores” de políticas públicas que diseñan medidas “infalibles” contra el mal, que toma dimensiones brutales, sin que estas hayan servido para algo más que para aumentar la frecuencia y magnitud de los hechos. Lo jurídico no es solución, toda vez que el autor se “auto ejecuta”, como pena superior a lo que cualquier juez le impondría, como “castigo”. Entre la infinidad de “eplicacione” que se dan, cito: “porque los varones que las asesinan sienten que son superiores a las mujeres y que tienen derecho de terminar con sus vidas; o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”. La violencia da muestras tempranas, que una sociedad machista y permisiva como la nuestra, se encarga de esconder. “Yo no me meto en pleito de marío y mujer”, como forma irresponsable de nada hacer. Esto, a propósito del triple asesinato perpetrado en Moca contra la mujer y dos “parientas”, donde el homicida no se “inmoló”, sino que se entregó. En el asesinato de cada mujer, a manos de un criminal ligado sentimentalmente a ella, hay un poco de culpa ciudadana y mucha del sistema de protección pública. “Algo hisite tú que ese tíguere te tuvo que da esa agolpiá”, escuché en un cuartel de barrio, mientras una infeliz abusada se armaba de valor, al querellarse contra el marido violento, hastiada del agravio constante tras el jumo diario. Son comunes: el maltrato emocional y psicológico, los golpes, los insultos, la tortura, la violación, la prostitución, el acoso sexual, el abuso infantil, el infanticidio de niñas, la violencia doméstica.

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