Una y otra vez, los medios de comunicación denuncian cómo suelen ser condenados al abandono sitios y plazas públicas, sin que siquiera haya reacción de las autoridades responsables de su mantenimiento.
El caso de los pasos peatonales en varios puntos del Gran Santo Domingo es un ejemplo de esa clase de abandono. El deterioro a veces llega a un grado tal que las infraestructuras se convierten en una amenaza, en un peligro para quienes las utilizan.
Otras veces se trata de los malos usos a que son sometidas, sin que ninguna autoridad trate de impedirlo. Es el caso, por citar uno, del peatonal aéreo del kilómetro 9 de la carretera Duarte, que está literalmente ocupado por vendedores que lo han convertido en una extensión del arrabal en que ha degenerado el distribuidor del tránsito que fue concebido allí. Eso es un desorden. La total destrucción de un espacio público tan importante para la ciudad.
Peor aún, ese espacio no solamente ha sido arrabalizado, sino que es una zona insegura, donde los atracos ocurren a plena luz del día.
Nada que hablar de los pasos peatonales sobre la avenida Las Américas. La mayoría están tan dañados que ni siquiera parece que puedan reconstruirse.
El puente sobre la Charles de Gaulle en Villa Mella, al paso de la calle Hermanas Mirabal, fue perdido por el municipio, que prefiere cobrar los arbitrios a sacar a los invasores.
Todo esto por la incuria de los funcionarios, sean las alcaldías de las diferentes demarcaciones o el Ministerio de Obras Públicas.
El deterioro afecta el ornato y la imagen de la ciudad, pero también habla de las autoridades que tienen la responsabilidad de mantener esas instalaciones.
Una pena, porque fue con el erario que se realizaron esas obras, dinero que sale del bolsillo de los contribuyentes.
En el caso de los puentes peatonales en carreteras o grandes avenidas que conectan el Gran Santo Domingo con las diferentes regiones, el Ministerio de Obras Públicas debe repararlos. Corresponde a los municipios darles mantenimiento.
Ahora son una vergüenza.