Edmundo del Monte y Juana de Moya, un matrimonio ejemplar

En reciente visita de pésame al licenciado Delmonte (como le llamamos comúnmente) con motivo de la pérdida de vida de su amada esposa Juanita en un lamentable accidente automovilístico, donde también murió otra señora emparentada con ellos;…

En reciente visita de pésame al licenciado Delmonte (como le llamamos comúnmente) con motivo de la pérdida de vida de su amada esposa Juanita en un lamentable accidente automovilístico, donde también murió otra señora emparentada con ellos; observando su congoja, su profunda pena, han asomado a mí recuerdos y reflexiones respecto al trato y modo de vida entre las parejas, en matrimonios como éste, de 45 años, en que el amor y el buen trato, el respeto, el diálogo, nunca decrecieron, por el contrario, se acrecentaron con los años.

En mi familia he tenido la suerte de ver muchos matrimonios iguales a éste; también entre amigos y relacionados. Espero que este ejemplo de matrimonio llegue a muchos jóvenes dominicanos que se unen, que comprendan que la unión matrimonial es la base fundamental de la familia, y por ende, de la sociedad, sin la cual no habrá redención posible para nuestro país. ¡Sí se puede!!

Delmonte ha sido un esposo, padre y profesional ejemplar, de valores éticos y sociales profundos. Siempre admiré esa forma tan caballerosa , fina y amorosa con que él trataba a su adorada esposa, y a todo el que con él se relaciona; porque hay que decirlo, él es un caballero en toda la extensión de la palabra, pero con su esposa , ahhh…, era algo especial y sublime. Conservó siempre con ella esos detalles que la mayoría de las veces, los hombres con el tiempo olvidan y dejan de practicar. Por ejemplo, vi que al caminar la tomaba del brazo, al entrar al carro siempre le abría la puerta, y algo que me conmovió profundamente: me dijo que desde novios, todos los sábados le llevaba flores. Dice que nunca dejará de hacerlo mientras vida tenga, solo que ahora el destino de esas flores será su última morada terrenal, porque continuará llevándoselas a su tumba, al cementerio donde está enterrada.

La mujer es un ser sublime, por tanto, atesora más que a nada en el mundo el recibir un ramo de flores, ( tal vez muchos materialistas no lo aprecien así ) pero es muy difícil superar la emoción de recibir del hombre amado, el sublime esplendor de un manojo floral.

Al licenciado Delmonte, en el aciago momento que lacera hoy su existencia y la de su familia, como paliativo, quiero desearle paz y resignación. Le acompañarán los recuerdos de una vida en común hermosa y feliz , la atención y el apego de unos hijos maravillosos y muy afectuosos, que se desviven por él, y la satisfacción de haber sido un esposo gentil, amoroso, digno de ser imitado. 

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