Apague el cigarrillo, gracias

El fumador, como todos los adictos, es un enfermo y como tal necesita más comprensión que conmiseración. Es una condición en que la toma de conciencia y la actitud comprensiva pueden estimular la motivación suficiente que conduzca al fumador…

El fumador, como todos los adictos, es un enfermo y como tal necesita más comprensión que conmiseración. Es una condición en que la toma de conciencia y la actitud comprensiva pueden estimular la motivación suficiente que conduzca al fumador por la senda positiva, ya que el cigarrillo lo somete a un stress doble, uno externo por efecto del ambiente y otro interno por acción de la nicotina.

Después de inhalar el humo, la nicotina altera la bioquímica del cerebro a tal punto que el fumador necesita constantemente la droga para sentirse relajado, debido a que las células cerebrales dependen de la nicotina como transmisor de las reacciones del sistema nervioso y por eso requiere del cigarrillo al igual que un viejo reloj necesita de la cuerda frecuentemente. Al fumador le urge encender un cigarrillo cada 40 minutos, aproximadamente, pues este es el tiempo activo de duración de la nicotina. Como dice Ponerleau, la nicotina golpea con fuerza los procesos biológicos internos.

Muchos fumadores quisieran dejar el cigarrillo; pero por las razones que hemos expuesto, están atrapados por una de las más fuertes adicciones que esclavizan al hombre moderno. En los E.U.A. 4 de cada 5 fumadores quisieran dejar el cigarrillo; pero se les hace difícil. Sin embargo, el sermoneo y la recriminación tienen efectos contraproducentes en la tarea de ayudar al usuario del tabaco.

Las medidas oficiales tendentes a restringir el uso del cigarrillo en los sitios públicos es una forma indirecta de disuadir al fumador en el abandono de su adictiva esclavitud. No hay fórmula secreta ni varita mágica para dejar de fumar.

En mi experiencia profesional de 46 años he tratado siempre de ayudar a mis pacientes fumadores a dejar el hábito, y tengo la satisfacción de numerosos testimonios por haber ayudado a liberar a muchos pacientes, amigos, empleados y relacionados a disfrutar de una vida con aire más rico en oxígeno, menos monóxido de carbono y menor riego a morir del corazón, de cáncer o de enfisema.

Se han ideado muchos métodos para ayudar al fumador a dejar el hábito; pero todos deben comenzar con una buena motivación y toma de conciencia del fumador apoyadas en fuerza de voluntad en la decisión de abandonar el tabaco.
Los métodos se basan en modificaciones de conducta; otros en los cambios de hábito y un tercer procedimiento es a base de administración de nicotina, por vía oral (goma de mascar) o dérmica (parches), en sustitución del cigarrillo, con fines de deshabituar al paciente. Además de estas medidas se aconseja practicar ejercicio regularmente, ingerir abundantes líquidos e incluir frutas y vegetales en la dieta en interés de favorecer la recuperación del equilibrio biológico del cuerpo, alterado por la larga dependencia de los tóxicos del tabaco.

Si usted, fumador, quiere dejar el cigarrillo, debe tener la motivación para hacerlo, debe estar dispuesto a hacer algunos cambios en su rutina diaria y a enfrentar algunos momentos de inquietud y de ansiedad en los primeros días.

Lo más importante es hacerse el compromiso de dejarlo, tomar la decisión y pararlo. Ponga un letrero de “No fumar” en su casa, su oficina y en el carro.

Las recompensas al dejar de fumar serán inmediatas, a los pocos días la flema y la tos disminuirán hasta desaparecer, dentro de pocas semanas su circulación mejorará y podrá oler y saborear mejor sus alimentos, respirará mejor, su cuerpo y su mente comenzarán a tener más energías; a partir de un año el riesgo de tener cáncer del pulmón o un ataque cardiaco disminuirán progresivamente. Además, será mejor aceptado por sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y de tertulia y no molestará ni afectará la salud de las personas que comparten el aire contaminado con el humo del cigarrillo. Después de dejar el cigarrillo el paciente necesita el apoyo de la familia, de los amigos, los compañeros de trabajo y especialmente de su médico o su psicólogo.

Cuando le asalte el deseo de volver a encender un cigarrillo, enfrente el stress con una respiración profunda, tome una ducha tibia, dé un paseo o haga una caminata, llame a un amigo, bébase un vaso de agua fría y pregúntese si “fumar un cigarrillo le resolverá el problema”. De seguro que usted sabe que el tabaco le está produciendo daños o a la larga se los producirá. No espere que sea “muy tarde”. Comience ahora mismo, apague su cigarrillo. Muchas gracias por el bien de usted y de los demás. Sus familiares y amigos que les quieren, sus compañeros de trabajo, la sociedad que les necesita y todos los que no fumamos les decimos: muchas gracias.

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