C omo en el lenguaje coloquial dominicano se habla de “las palomas tirándoles a las escopetas”, en el poema que da título al último libro del escritor azuano Virgilio López Azuán, aparece un lirismo propio de la intuición cuántica de la que habla el crítico Bruno Rosario, “los huesos ladrándoles a los perros”.
Un lenguaje creativo cargado de una lúdica imaginación permite leer el libro como un encuentro con la palabra que se renueva a sí misma, con temas cotidianos de una estética muy personal, sin cerrarle el paso a las influencias de los mejores exponentes de la poesía universal.
Otras expresiones populares rescatadas en la poética de López Azuán son “Cuando el mar bote peces”, “Cuando llueva para arriba” y “Pluma de burro”, junto a textos que recrean figuras de la plástica internacional como Frida Khalo, Vicent Van Gogh y Monet, con lo que el bardo sureño le lanza un guiño picaresco a quienes, por ingenuidad o prejuicio, pretendieran atribuir su temática a posibles limitaciones regionales.
Con tono profético, el poeta Virgilio nos canta: “Ladrarán los huesos a los perros/ de tanta hambre en los tuétanos/ y morderán los dientes el miedo entre la noche y la jauría/ para vestir de babas los pies que el pánico arrodilla”. El autor sabrá por qué prefirió titular su libro con Ladran los Huesos, porque, reconociendo su calidad, en mi opinión hay otros textos que lo superan.
Me impresionó, con cierta nostalgia vinculada con Azua, el poema “Me acostaré en tu lengua”, particularmente cuando expresa: “Miraré desde tu boca tantas bocas deseándote,/ huérfanas de voces, mordidas de intentos. / Tomaré por asalto las paredes/ y en grafitis asustados/ escribiré un aplauso de besos/ perdido en tu pecho…”.
Ladran los huesos puede incluirse en la corriente de la nueva literatura humanística que se produce actualmente en República Dominicana, preocupada por el drama existencial del hombre y la mujer de hoy. l
